Me acerqué al pensamiento y a la personalidad de Andrés Ortiz-Osés, en la década de los 70 en la Universidad de Deusto, en la ciudad de Bilbao, en una época turbulenta en la que el terrorismo de ETA se manifestaba en toda su crudeza no sólo en su sanguinaria actividad criminal sino también permeando con su discurso pre-político de “amigo-enemigo” más propio del Karl Schmitt de los años 30 que del último tercio del siglo XX.
Andrés Ortiz-Osés había intentado acercarse a la herida romántica del nacionalismo vasco con mirada hermenéutica y una voluntad mediadora — a la postre remediadora— analizando los elementos afectivos y simbólicos que subyacían en ese conflicto entre el “matriotismo” propio del nacionalismo vasco y el “patriotismo” del nacionalismo español. Su visión me pareció reveladora, era una aportación original que descubría muchos elementos no dichos, silenciados pero presentes que hacían imposible cualquier entendimiento porque todas las palabras, con las que pretendíamos apalabrar la realidad estaban empapadas de sentimentalidades contrapuestas, de afectos y de odios tácitos que hacían de cada conversación un campo de minas.
Autosuficiente como sólo un joven puede ser, sedicente librepensador, masón en ciernes, “creyente” en el poder emancipador de la Razón —con mayúscula— y militante de las Luces en la brumosa ciudad de Bilbao tuve que confrontarme con la lucidez de un pensamiento que ilustraba a la propia Ilustración y descubría que no hay luces sin sombras, y de que es posible una Ilustración Romántica, dualécticamente en relación con la Sombra, una Ilustración escarmentada, capaz de ilustrase a sí misma y comprender el lado arquetípico de lo humano con sus contradictorias voliciones, que anunciaran, poetas, psiquiatras y filósofos como Baudelaire Freud, Jung , Schopenhauer, Nietzsche…
I.- Ilustración y contra-ilustración en España.
La Ilustración no ha tenido entre nosotros el éxito que alcanzó en otros países europeos, Marcelino Menéndez y Pelayo exponente eximio del reaccionarismo español antiilustrado tuvo a gala reivindicar una especie de ortodoxia nacional que pretende identificar necesariamente la idea misma de España como nación con el integrismo católico-romano; así dice lo siguiente en su monumental 'Historia de los heterodoxos españoles':
"La resistencia española contra el enciclopedismo y la filosofía del siglo XVIII debe escribirse largamente, y algún día se escribirá, porque merece libro aparte, que puede ser de grande enseñanza y no menos consuelo. La revolución triunfante ha divinizado a sus ídolos y enaltecido a cuantos le prepararon fácil camino ; sus nombres ..., viven en la memoria y en la lengua de todos ; no importa su mérito absoluto ; basta que sirviesen a la revolución, cada cual en su esfera ; todo lo demás del siglo XVIII ha quedado en la sombra. Los vencidos no pueden esperar perdón ni misericordia. Vae victis".
Pero, como afirma el profesor Javier Herrera,[1] resulta que “... el pensamiento reaccionario del siglo XVIII ni fue tradicional ni fue español”. Los autores que Menéndez y Pelayo reivindica como grandes resistentes, mártires de la tradición patria, no eran otra cosa que clérigos[2] que, ante la avalancha irresistible de las ideas ilustradas, “... no oponen un pensamiento original, sino que se limitan a importar el pensamiento reaccionario europeo, en especial el francés”. Se limitaron, por tanto, a hacer uso de los discursos anti-ilustrados de Nonnotte[3] , Bergier, Valsecchi, Mozzi, y de los dos grandes reaccionarios: Joseph de Maistre[4] , y De Bonald[5] , y eran, en consecuencia, tan ‘afrancesados’ o más que los que ellos acusaban de serlo. El pensamiento reaccionario francés, fuente del español se definía por los siguientes rasgos:
1.- Cifraba y cifra en el nombre de Voltaire todos los males de la modernidad: un Voltaire que reclamaba la autonomía personal y reivindicaba la educabilidad del ser humano, el escepticismo frente a los poderes religiosos, el desprecio de todo fanatismo y el cultivo de la duda y la tolerancia.
2.- El pensamiento reaccionario no cree en que sea posible un orden basado en la autonomía personal, y la libertad de criterio de los seres humanos; más aún: quien no ve la verdad de la Tradición es porque tiene su ojos oscurecidos por el pecado, de ese modo el éxito de la idea de Modernidad y de sus libertades civiles y políticas no puede explicarse por su verdad moral o por su razonabilidad sino por la acción maliciosa y coordinada de fuerzas ocultas que pretenden destruir los principios de la sociedad tradicional: la teoría de la conspiración.
3.- El valor de la tolerancia es entrañablemente odiado por los publicistas reaccionarios por cuanto implica relativizar el dogma y desapoderar a las jerarquías eclesiásticas de su capacidad de coacción moral y física, de modo que la tolerancia religiosa no es otra cosa que una estratagema de los impíos para burlar el control de la Iglesia y mermar los derechos de la verdad.
4.- La idea misma de igualdad es, a juicio de la reacción, quimérica y lesiona el orden jerárquico que es el orden querido por Dios. [6]
El pensamiento ilustrado español se consolida en el XIX y tiene como mejor referente a Juan Donoso Cortés, (1809-1853) y su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (1851)
En la vida política representó el ala derecha de los cristinos e isabelinos (‘liberalismo doctrinario’), pero ideológicamente hablando estaba en más cercano a los ‘carlistas’. Según Ferrater Mora, su papel en España fue similar al desempeñado en Francia por Joseph de Maistre y Louis de Bonald o en Prusia por Joseph Görres.
Según Donoso, la política depende de la teología, constituyendo el proceso secularizador de la modernidad un tremendo error producto del orgullo humano. La verdadera teología, según él, no es otra que la católica, pues el catolicismo es depositario del único dogma verdadero, ya que la Iglesia de Roma es, sin lugar a dudas, infalible. La obra de Donoso se dirigía en general contra el ateísmo revolucionario de la época (Proudhon), así como también, aunque en un tono más respetuoso —por su conservadurismo— contra la teoría de Guizot acerca del desarrollo de la civilización en Europa.
Para Donoso el dilema de la civilización europea (y de España) no estriba en escoger entre libertad y dictadura, elección imposible y engañosa sino en decidir entre las dos clases de dictadura posibles: el ‘despotismo socialista’ o el ‘absolutismo católico’; en esta diatriba no queda ningún lugar para el ‘liberalismo’: “De todas las escuelas es la más estéril, porque es la menos docta y la más egoísta”. Su filosofía de la historia, por tanto, basada en una lectura personalísima de San Agustín, Bossuet y Vico, arraiga en un pesimismo radical respecto a la posibilidad misma de un orden social basado en alguna forma de libertad personal y adopta un maniqueísmo escatológico que gira en torno al concepto de Providencia divina; en su opinión, la historia humana no es otra cosa que la historia del cuerpo místico de Cristo, tal como éste se expresa en los misterios de la Encarnación y de la Redención.
II.- El advenimiento de la Ilustración.
Se denomina Ilustración a la corriente intelectual de pensamiento que dominó Europa y en especial Francia e Inglaterra (donde tuvo su expresión más enérgica) que echa raíces en el XVII con el Racionalismo (René Descartes La Haye en Touraine, actual Descartes, 31 de marzo de 1596 – Estocolmo, 11 de febrero de 1650)) y llega hasta el Empirismo del XVIII (David Hume (Edimburgo, 7 de mayo de 1711 - Ibídem. 25 de agosto de 1776)1 ), va desde el siglo XVII y llega hasta la Revolución Industrial del siglo XVIII, la Revolución Francesa y el Liberalismo. La expresión estética de este movimiento intelectual será el Neoclasicismo.
Surge una nueva confianza en el ser humano y en lo que éste puede hacer, durante la Ilustración se define el progresismo, como concepto filosófico y político según el cual el progreso del hombre y de la sociedad humana es continuo e indefinido (Condorcet) y los modernos son mejores que los antiguos y los pueden perfeccionar. Se formula la filosofía del optimismo (Leibniz) frente al pesimismo característico de la Edad Media y el Barroco.
La sociedad se seculariza y la noción de Dios y la religión, empieza a perder la importancia que en todos los órdenes había tenido hasta ese momento; se desarrolla una cultura exclusivamente laica e incluso anticristiana y anticlerical.
Empiezan a formularse expresiones más libres de espiritualidad: nihilismo libertino (Casanova, Pierre Choderlos de Laclos), Deísmo (Voltaire), agnosticismo; incluso se formulan ya claramente propuestas del ateísmo (Pierre Bayle, Baruch Spinoza, Paul Henri Dietrich) llegándose incluso en algunos casos a un elogio del satanismo como por ejemplo el expuesto por algunos personajes de novelas escandalosas de la época (Marqués de Sade, etc.)
Todo se reduce a la razón y la experiencia sensible, y lo que ella no admite no puede ser creído. Las pasiones y sentimientos son un mal en sí mismos, la estética del momento es el Clasicismo que valora la armonía como rasgo esencial de lo bello y denigra todo lo desequilibrado y asimétrico como feo; lo desproporcionado y exagerado se considera monstruoso.
La historia se empieza a documentar con rigor; las ciencias se vuelven empíricas y experimentales; la sociedad misma y sus formas de gobierno empiezan a ser sometidas a la crítica social. Sólo lo útil merece hacerse; se desarrolla la filosofía del Utilitarismo preconizada por Jeremías Bentham, bajo la fórmula de "la mayor felicidad para el mayor número de gente" . A partir del Emilio de Rousseau surge una pasión pedagógica, Ortega y Gasset llamó al siglo XVIII el Siglo Educador, las literaturas y las artes en general han de tener un fin útil, didáctico, moral o social. Se ponen de moda las fábulas, (Samaniego, Lamartine…) las enciclopedias, los ensayos, las sátiras, los Informes, surgen por doquier Sociedades Económicas, y Sabias (Reales Academias, Royal Society, Real Sociedad Bascongada…). El teatro no pretende sólo divertir, ni emocionar sino que intenta educar y corregir las costumbres.
Estéticamente se impone el academicismo; el optimismo oficial elogia estéticamente lo luminoso y lo Apolíneo se rechazan los gustos del barroco, lo Dionisíaco, y se excluye lo imperfecto, lo trágico, lo decadente, lo supersticioso y oscuro, la violencia, la noche, las pasiones y la muerte.
El denominado buen gusto ilustrado rechaza lo vulgar o popular, el “despotismo ilustrado” pretende elevar y corregir al pueblo pero no se cuenta con los criterios estéticos del pueblo y la realidad que ofrece la literatura es estilizada, neoclásica. El lenguaje se depura y no admite groserías ni insultos, no. Se presupone la superación de lo histórico. Los ilustrados asumen una tradición cultural cosmopolita y menosprecian los valores típicos o étnicos, castizos, costumbristas y tradicionales y se propone como valioso lo que se acomoda al modelo grecorromano que se considera fuente principal de inspiración estética. Lo exótico despierta interés pero no se asume como valioso sino como extravagante. La lengua francesa se convierte en la koiné universal y en un signo de distinción: el arte y la cultura francesa influye en Alemania, España y Rusia.
Francia se convierte en el paradigma de la nación ilustrada pero sin embargo es Kant el filósofo que mejor conceptualiza el significado de la Ilustración en su obrita, ¿Qué es Ilustración? :
La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.
En este párrafo Kant sienta las bases del moderno concepto de autonomía, entendida como una dimensión de la razón que facilita al ser humano la posibilidad de pensar y, por tanto, de darse normas a sí mismo sin dependencia de ninguna autoridad. La autonomía se alcanza desde la voluntad de querer poseerla, y permite al ser humano librarse de la carga de la autoridad. Kant afirmaba que una ética autónoma basada en el deber por el deber es la única que merece ese nombre.
La autonomía (moral y política) ha pasado de ser un ideal en sí mismo a convertirse en la base de las sociedades democráticas, pues solamente desde la autonomía personal se puede hacer uso de la autonomía política que fundamenta la idea misma de Democracia.
El optimismo antropológico de la época ilustrada tuvo su desarrollo en las revoluciones industriales del XIX que surgieron de los grandes avances del pensamiento científico y del pragmatismo tecnológico, ese conocimiento supuso también un gran avance en los conocimientos geográficos y cartográficos, en los medios de navegación, y dio paso a una nueva mentalidad colonial basada en la superioridad moral y tecnológica de los países europeos, lo que hacía plausible la sumisión a Protectorado y Administración Colonial a los pueblos indígenas, o los países árabes y asiáticos… La vieja mentalidad imperialista inspirada en la superioridad religiosa del cristianismo que justificó el Imperio español e inglés, dio paso a una nueva conciencia de superioridad ilustrada dispensadora de Civilisation.
La Revolución Francesa en 1789, causó el violento derrocamiento de la dinastía de los Borbones surgida del viejo Reino de Navarra, apartó a la nobleza y elevó al poder social y político a la burguesía, bien que después de un período de Terror y gran inestabilidad (Régimen del Terror, Guerra de la Convención, Directorio, Consulado…) que desembocó en una nueva dinastía representada por Napoleón Bonaparte y su Grande Armée y en una década de guerras imperiales hasta la derrota del Corso.
La mitología revolucionaria produce una legitimación general de la violencia como partera del progreso y santifica la idea misma de REVOLUCION como medio de aceleración de los procesos de cambio y de reforma social; en el XIX los principales países de Europa desarrollan el proceso de sustitución del feudalismo por el capitalismo como sistema económico, y los estados feudales se unen para formar las modernas Naciones-Estado, que son también Nación-Mercado y aparece el nacionalismo como ideología unificadora sustitutiva de las lealtades a las viejas monarquías derrocadas. Gran Bretaña, Holanda y los países escandinavos mantienen sus instituciones monárquicas mediante un reformismo permanente que da lugar a la idea de Monarquía Parlamentaria.
La confianza en la perfectibilidad del ser humano, y en el progreso indefinido y continuo mediante la aplicación de la racionalidad propició la aparición de multitud de propuestas reformistas y revolucionarias más o menos ingenuas. Inglaterra fue la cuna del socialismo utópico quizá como respuesta a las consecuencias de la revolución industrial, que provocaron terribles prácticas de explotación de los trabajadores , también influyó la aparición de una nueva forma de pensamiento social: la economía política.
En Francia el primer representante de ese socialismo utópico fue el conde Henri de Saint-Simon. Propuso la Federación de Estados Europeos, como instrumento político para evitar las guerras y asegurar la paz mundial. Al mismo tiempo Carlos Fourier, concibió los falansterios-comunidades humanas regidas por normas de libre acuerdo y economía socializada.
III.- La Ilustración Escarmentada: Marx, Nietzsche y Freud—, el Horror de Auschwitz y el GULAG.
Pero la Modernidad surgida de la Ilustración evolucionará de manera conflictiva y sangrienta en el siglo XX. Este siglo vive una nueva atmósfera ideológica que ya no se caracteriza por el optimismo antropológico, sino por lo que Paul Ricoeur ha denominado la filosofía de la sospecha.
Sigmund Freud descubre el mundo del inconsciente en el que laten pulsiones de muerte, y destrucción, placeres y terrores básicos (Eros y Tánatos) que influyen en nuestra conducta individual y colectiva sin que podamos neutralizarlas simplemente con buena voluntad. Las religiones no son sino neurosis colectivas que nos alivian de nuestras neurosis personales, y la Civilización es toda ella una estrategia de control y represión de nuestras pulsiones básicas para evitar nuestra destrucción. La infancia que siempre se había asociado a la inocencia se descubre sometida a las mismas pulsiones de modo que de acuerdo con la Teoría del Complejo de Edipo o de Electra, Freud nos advierte que en su nivel inconsciente ese niño ansía asesinar a su padre y mantener relaciones con su madre. Nos previene Freud de cualquier ilusión y nos advierte profético: “Si no quisiéramos ser tan buenos seríamos mejores”.
Marx analiza el peso de las estructuras económicas y de el control de los medios de producción que determinan los valores sociales dominantes en todos los órdenes: éticos, estéticos y religiosos. Las grandes creaciones de espíritu humano de las que tan orgullosos nos sentimos no serían en última instancia sino meros subproductos de las estructuras económicas que ciegamente nos determinan y que no hacen sino encubrir mecanismos de explotación. La Democracia liberal no sería sino una farsa para encubrir una Dictadura de Clase, y el futuro debería decidirse por la Lucha de Clases y la creación de una Dictadura del Proletariado, que sometiendo a los individualistas y a los burgueses, libere realmente a los proletarios de la explotación. Lenin llevará esta tesis a sus últimas consecuencias por medio del Terror Revolucionario y declarará que la libertad política no es sino una ficción. En cierto modo la concepción de la Dictadura del Proletariado del marxismo vendría a coincidir con el dilema autoritario de nuestro Donoso Cortés según el cual el régimen liberal no es sino un sistema débil y egoísta que sólo puede resolverse o bien por un despotismo integrista o por un despotismo socialista.
Federico Nietzsche, lleva su crítica a la Modernidad más allá y reduce todos los valores a la Nada. Los valores tienen una genealogía que los vincula de una manera u otra a una Voluntad de Poder. No hay nada que no sea la voluntad de poder. Todas las ideas éticas, los valores culturales, las instituciones políticas, los principios religiosos no son sino estrategias de poder para hacer prevalecer a determinados individuos o grupos sobre otros:
Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?
Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125
El super-hombre que anuncia Federico Nietzsche no se sentirá vinculado por ninguno de eso valores, lo subvertirá todo y creará sus propios valores en un acto gratuito y arbitrario de querer, en un ejercicio de su soberana voluntad de poder. Nietzsche repudia todos los valores de la tradición religiosa y política europea (cristianismo y democratismo) como una estrategia de los débiles, los incapaces, los mediocres, los esclavos, los tullidos que odian la vida para sobreponerse a los fuertes, lo superiores, los señores a los “esprits forts” que aman la vida con todas sus consecuencias y que por esa misma razón no temen la muerte. El problema, al que Nietzsche al parecer no prestó atención, es que un mundo de pequeños dioses, caprichosos y arbitrarios, que solo se someten a su Voluntad de Poder parece abocarnos a una guerra de todos contra todos y por ello a una “vida solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta" como ya anunciara en el siglo XVI el filósofo Thomas Hobbes.
¿Es eso lo único que podemos esperar?
*
La Gran Guerra 1914-1918 enfrentará a los grandes Estados europeos con la excusa de un problema de intervención policial en Serbia, motivado por el asesinato del Príncipe heredero del Imperio Austro-Húngaro; lo que se debate en realidad es el reparto colonial del mundo y la hegemonía en Europa. La Gran Guerra es una Gran Carnicería en la que se prueban las primeras armas de destrucción masiva (Gas mostaza, bombardeo mediante aviones…) y en ella mueren millones de jóvenes, y se crean cientos de miles de mutilados, se propagan gravísimas enfermedades infecciosas: sífilis, tuberculosis…
Ni la fraternidad cristiana ni el internacionalismo socialista logran detener el enfrentamiento ni los odios nacionalistas y Europa comienza la Gran Guerra.
Después de la I Guerra Mundial el Tratado de Versalles incapaz de comprender la mutua dependencia de los países europeos somete a Alemania a grandes limitaciones y le impone pesadas cargas económicas lo que dificultará la recuperación económica y normalización institucional de Estados Centrales, el chauvinismo francés alimentará el victimismo ultranacionalista alemán y a la larga acarreará penosas consecuencias para el continente, y para el Mundo, que todos conocemos.
La Gran Depresión de 1929 provoca un descrédito generalizado del sistema democrático liberal y del capitalismo, por contraposición surgen con fuerza los dos grandes totalitarismos del siglo: Por un lado el comunismo soviético dirigido con mano de hierro por el Padre de Todos los Pueblos, “Babushka”, Josif Stalin, Secretario General del PCUS, que instaura un Régimen de Terror regido por el KGB y el GULAG, y por el otro lado el III Reich presidido por el Führer, Adolf Hitler y el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP) Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores. Ambos totalitarismos reclaman la superación de la democracia liberal y del individualismo ilustrado, el comunismo lo hace en aras de la clase social que se convierte en el único sujeto histórico, y el nacional-socialismo lo hace en nombre de la Nación, una nación además definida en términos raciales.
La Sociedad de Naciones, institución creada para evitar los conflictos armados se ve impotente para impedir la guerra que se avecina.
La II Guerra Mundial comienza como consecuencia de la invasión de Polonia por los ejércitos alemanes lo que a su vez provoca la declaración de guerra de Francia e Inglaterra. Mientras tanto el régimen soviético, mediante el pacto Molotov-Ribentrop se reparte los despojos de Polonia y establece un compromiso de no agresión entre Hitler y Stalin, compromiso que explica la renuencia inicial de todos los Partidos Comunistas controlados por Moscú en enfrentarse con los nazis.
La II Guerra Mundial alcanza cotas de violencia y eficacia mortífera que no habían sido vistos nunca con anterioridad, se perfeccionan las armas de destrucción masiva y se generalizan los bombardeos directos contra la población civil. Se practica la Guerra Total.
El nacional-socialismo emprende un macabro programa de aniquilación de toda la población judía europea mediante una red de Campos de Exterminio gestionados por las SS. El horror de Auschwitz conmoverá al mundo cuando sea descubierto después de la derrota de Hitler. Mientras tanto en la URSS el PCUS organiza un sistema de terror que será más tarde denunciado por Alexander Solyenitsin en su Archipiélago GULAG.
En 1945 los EEUU utilizan por primera vez la Bomba Atómica sobre dos ciudades japonesas demostrando la capacidad destructiva de la tecnología humana. Los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki fueron lanzados el 6 de agosto y el 9 de agosto de 1945, respectivamente. Estas han sido las dos únicas bombas atómicas con uso militar no experimental de la historia mundial. En pocos segundos, ambas ciudades quedaron devastadas. Se calcula que en Hiroshima de una población de 450.000 habitantes, la bomba mató en unos primeros instantes a más de 70.000 personas causando otros 70.000 heridos. A finales de 1945 el número de victimas mortales habría ascendido a más de 100.000, pudiendo llegar, pasados cinco años, a más de 200.000 el número de muertes sumadas las causadas por la radiación nuclear. Nace el Terror Nuclear.
Los años de post-guerra después de 1945 serán años de Guerra Fría, pero no se cometerán los mismos errores que en el pasado y se gestará el gran pacto Franco-Alemán como garantía de paz y desarrollo, que dará lugar a la CEE y a la postre a la Unión Europea. Con la implosión del régimen soviético en 1989 algunos autores como Fukuyama llegan a proclamar el fin de la Historia en el sentido marxiano del término, sin embargo el 11 de septiembre de 2001 (comúnmente denominados como la 9/11 en el mundo anglosajón y el 11-S en España y Latinoamérica), fueron realizados una serie de atentados suicidas que implicaron el secuestro de cuatro aviones de pasajeros por parte de 19 miembros de la red yihadista Al-Qaeda. Este acontecimiento televisado en directo por todos los medios supuso la aparición de un nuevo fenómeno ideológico-político: el terrorismo yihadista que puede definirse como un ideario totalitario, con diferentes fuentes e influencias, de inspiración musulmana, de corte antiliberal y antidemocrático con pretensiones de combatir contra Occidente hasta la muerte. El yihadismo recupera la vieja tradición de la denominada Secta de los Asesinos y promueve el atentado suicida contra civiles, soldados y funcionarios gubernamentales de los regímenes que se oponen a sus exigencias y se refieren a esos ataques como operación de martirio. Los inmolados y sus simpatizantes creen que los atacantes suicidas, como mártires de la causa de la yihad, recibirán la recompensa de ir al Jannah (paraíso).
Junto con los secuestros en masa, los terroristas yihadistas han hecho uso extensivo de la publicidad de los secuestros individuales finalizados con ejecuciones extremadamente sangrientas, normalmente decapitaciones de los secuestrados con un cuchillo, que a menudo son acompañadas de gritos de Allah-u-Akbar, Ala es grande.
Donald Trump en Estados Unidos, Vladimir Putin en Rusia, Xi Jinpin en China, el triunfo del Brexit en el Reino Unido, la atroz guerra de Siria y la crisis humanitaria de los refugiados, el resurgir de partidos de extrema derecha en países como Francia, Italia, Hungría y Alemania, (Frente Nacional, Liga Norte, Fidesz y Jobbick en Hungría, Afd-Alternativa para Alemania…) la intentona de secesión unilateral en Cataluña…
En medio de este panorama de peligros hay una luminoso esperanza en el imparable proceso de emancipación de la Mujer y de una nueva igualdad entre los sexos, de los derechos LGBT y de todas las minorías, así como el resurgir de una conciencia ecológica como nunca antes hemos conocido.
¿Qué pensarían de todo esto los esperanzados ilustrados que confiaban en que la luz de la Razón disolvería todas las Sombras del pasado? ¿Cómo puede pensarse el hombre y la mujer de hoy en este inicio del siglo XXI? Ante estas preguntas se presenta el filósofo Andrés Ortiz-Osés, en la madurez de su vida y su pensamiento, en un momento crucial, de Cruz y encrucijada —tocado por la enfermedad— y más libre que nunca, para lanzar filosófica y también poéticamente algunas de sus ideas fuerzas, a saber: que solo entenderemos la totalidad, —en la medida en que la podemos entender—, pensando dualécticamente los contrarios: la Luz y la Sombra, la Razón y la Emoción, el Sentido y el Sinsentido…, solo podemos ser realmente Ilustrados si asumimos también la Sombra romántica que nos constituye, solo podemos llamarnos razonables si hacemos un lugar al sol a los afectos, las emociones y lo que Pascal llamaba las razones del corazón, porque a la postre solo lo afectivo es efectivo…, Andrés Ortiz-Osés nos convoca a un Fraternalismo abierto, democrático, equitativo y transversal, que asuma el asumible conflicto y que nos libere de la Madre castradora de las Matrias y del Padre tiránico de las Patrias.
Andrés Ortiz-Osés es Doctor en filosofía por Innsbruck y Catedrático emérito de Deusto. Colaborador del Círculo Eranos y Miembro de honor de la Sociedad española de Psicología analítica. Entre sus obras destacan: La herida romántica, Libro de símbolos, Heidegger y el ser-sentido, Nietzsche: la disonancia encarnada, Jung: arquetipos y sentido, Amor y sentido, Hermenéutica de Eranos, Masonería y hermenéutica (con Javier Otaola), El sentido de la existencia (con G. Vattimo).
Ha dirigido el Diccionario internacional de Hermenéutica, así como el Diccionario de la existencia. Fundador de la Hermenéutica simbólica, la Universidad Nacional Autónoma de México le ha dedicado el libro El Dios andrógino, editado por B. Solares. La Universidad de Deusto le ha dedicado el libro-homenaje “Filosofía, hermenéutica y cultura”, con aportaciones de G. Durand, G. Vattimo, J.L.Aranguren, R. Panikkar, J. Grondin, M. Beuchot, E. Trias y otros.
[1]HERRERA, Javier, 1994, Los orígenes del pensamiento reaccionario español, Madrid, Alianza
[2]FERNANDO DE ZEBALLOS (1732-1802): La falsa filosofía (1774-76): Propone un enfrentamiento maniqueo entre el Bien y el Mal, lo que le conduce a justificar el uso de la violencia en todas sus formas posibles (guerra, pena de muerte o tortura) para salvar a la sociedad. VICENTE FERNANDEZ VALVARCE (1723-1798): Los desengaños filosóficos (1787-97).
[3] Claude-Adrien Nonnotte ( Besancon 1711-1793 jesuita francés conocido por sus escritos contra Voltaire
[4] Joseph-Marie, conde de Maistre (Chambéry, 1 de abril de 1753-Turin 26 de febrero de 1821), teórico político y filósofo, máximo representante del pensamiento conservador opuesto a las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa en sus Considérations sur la France.
[5] Louis Gabriel, vizconde de Bonald (Millau, 2 de octubre de 1754-23 de noviembre de 1840). Político, filósofo, escritor y publicista francés, e se convirtió en la voz de los ultra-legitimistas; atacó las innovaciones político-sociales de la Revolución, para abogar por la vuelta a la autoridad de la monarquía y de la religión.
[6] Cfr. Juan Puelles López
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