Ayer, sábado, trasnoché leyendo a María Zambrano. Hoy, domingo no tengo prisa por levantarme y me engolosino en ese estado de duermevela, entre la inconsciencia y la vigilia, ese placer que aumenta sabiendo que puedo prolongar esa situación cuanto quiera. De todas formas me levanto antes que Icíar, - dormimos en habitaciones separadas en "contención precautoria" desde que le avisaron que había auscultado - en un caso todavía sin protección- a varios pacientes positivos en el test de coronavirus.
-¡Buenos días amor¡ - me asomo a la alcoba (dos metros de distancia) para desearle a mi brava doctora lo mejor para el día que comienza. - ¿Te hago un zumo?
Caliento agua para el té, y hago el zumo, y recién exprimido se lo acerco a su dormitorio.
Me asomo al balcón que da a la calle Olaguible, y me llama la atención la claridad del cielo y el silencio de la ciudad. No han transeúntes y no se oye el habitual rumor del tráfico de las calles adyacentes. Disfruto anticipando el placer de quedarme, sin compromisos, sin recados, en soledad, lo que en inglés se dice hacer "nesting", es decir nidear o hacer nido. Uno de mis placeres favoritos, desde siempre. Lo que no es incompatible con mi afición a las escapadas cortas: Madrid, Barcelona, Lisboa, Roma, Turin, Burdeos, Biarritz, Burgos, Cantabria, Sevilla, Málaga...Nada de viajes intercontinentales, largos y costosos a Singapur, Nueva York, Kenia, o a la India...- de esos ya he hecho los que tenía que hacer, ya le he visto la cara al "Mundo", y después de las Pirámides de Egipto, las deTeotihuacan, las cataratas de Iguazú, los rascacielos de Nueva York, los glaciares de Patagonia, las Mezquitas de Marruecos o de Estambul he llegado; lo que me piden el alma y el cuerpo no son más viajes, ni cruceros ni grandes vuelos..., prefiero hoy placeres sencillos, casi siempre baratos, de proximidad, a lo sumo viajes que pueden hacerse -en buena compañía con amigos o para visitar amigos, -o también para disfrutar de una soledad programada- pero relativamente cerca y con una duración de entre tres y cinco noches. Suficiente.
Como dice mi amigo y maestro José Luis, por nuestra edad y por causa de hábitos largamente cultivados de lectura y conversación, los grandes placeres que ansiamos son sencillos, pero no fáciles: toparnos con experiencias estéticas, ideas, lecturas y conversaciones que nos provoquen "sinapsis inesperadas". Chispazos de entendimiento que nos permitan dar más sentido, más profundidad, más entidad a la vida que hemos vivido y a la que nos queda por vivir.
Empiezo mi primer domingo de clausura con cuarenta minutos de spinning, que culmino con una buena ducha, llena de espuma jabonosa y buenas vibraciones. Debe ser también cosa de la edad, la ducha: ¿no es uno de los más grandes y al tiempo sencillos placeres de la existencia ? ¡Lo que significa contar con una ducha de agua caliente a tu disposición¡. Cuanta civilización, organización social, buena arquitectura e ingeniería..., se encierra en ese milagro del agua corriente, debidamente templada, puesta adisposición en nuestro propio hogar, apenas a unos metros de nuestro lecho.
No puedo dejar de pasar el domingo sin una sagrada lectura: Hoy toca una de esas que hacían llorar de consuelo al mismo Lutero. La Carta de Pablo a los Romanos (5,1-2.5-8): Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
En cuanto a lecturas profanas se acumulan unas cuantas: seguir con El hombre y la divinidad de María Zambrano, y ultimar la antología de Hannah Arendt, La pluralidad del mundo, recientemente editada por Taurus. Dos pensadoras poderosas, exigentes, magistrales, cuyas palabras necesitan ser rumiadas, digeridas lentamente por lo que su lectura no puede ser sostenida sin tiempos de maduración y descanso. Para descansar de María y Hannah, me vuelvo a ratos A la busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
La radio, la prensa digital, las redes sociales ponen a nuestra disposición multitud de informaciones sobre la situación de la epidemia, sobre los nuevos casos de infección, sobre las novedades en el Mundo, pero todo son variaciones sobre el mismo tema: leo a fondo las columnas y artícuos de Opinión de EL PAIS y "The Guardian", y sobrevuelo todo lo demás: The Economist, Le Monde, ABC, El Correo...
Lectura obligada y siempre recompensada con un buen sabor El vapor del tiempo presente.
Nos dan las tres del mediodía e Icíar prepara en unos minutos un potage de vainas y patatas y unos bacaladitos rebozados. De postre, nueces.
A mi me toca recoger la cocina y pasar la aspiradora.
Depues, SIESTA, de las largas. Otro placer, sencillo, honesto y ¡tan gratificante¡.
Me despierto pletórico y me pongo a trabajar en mi próxima novela: otra vez con Felicidad Olaizola, otra vez el crimen, como en Brocheta de Carne, como en As de Espadas, otra vez la maldición de Cain que nos acompaña desde el comienzo.
Lo que queda del día pasa velozmente.
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El lunes 16 de marzo me presente en Régimen Jurídico del Gobierno Vasco expectante por conocer el plan de contingencia que ha adoptado Eusko Jaurlaritza en relación con nuestro trabajo presencial en el perído de estado de alarma. Al parecer no han tomado todavía ninguna decisión salvo mandar a teletrabajo a todos aquellos que habían estado en teletrabajo durante los meses de invierno aprovechando que ya estaban dotados de ordenadores corporativos y tienen práctica en ese trabajo a distancia. El Poder Judicial ha suspendido plazos y ha anulado vistas y práctica de diligencias por lo que quedamos aliviados de atender durante este período de Alarma Nacional los vencimientos que teníamos previstos, eso relaja enormemente la presión y nos deja en una especie de limbo que hace redundante nuestra presencia en las oficinas del Gobierno, queda postpuesto todo hasta dentro de quince días.
Aún así y todo en las oficinas de Régimen Jurídico estamos presentes una docena de letrados y administrativos que, guardando las distancias de precaución deliberamos, hablamos, nos interrogamos sobre qué sentido tiene que estemos obligados a permanecer en trabajo presencial cuando dadas las circunstancias no hay en este momento ningún trabajo real que atender. Nuestros jefes nos indican que la jornada del día, sin perjuicio de recuperación posterior, se reduce a cuatro horas. Los Sindicatos llenan de pasquines el edificio del Gobierno exigiendo el señalamiento de servicios mínimos. Algunos exigen que nos manden a todos a casa, de momento. Felizmente nosotros tenemos espacios individuales y no tenemos relación con el público por lo que no estamos en una situación de riesgo especial.
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El martes día 17 vuelvo a acudir al Gobierno Vasco en Lakua. Sigue el estado de incertidumbre sobre cómo vamos a organizar nuestro trabajo. Los letrados presentes intercambiamos nuestras dudas e incertidumbres. A lo largo de la mañana nos informan de que el plan de contingencia se ha revisado y se ha establecido un sistema reducido de Letrados y Letradas que tendrán que acudir a las oficinas del Servicio durante el período de alarma quedando los demás en situación de disponibilidad y en régimen de Teletrabajo en sus domicilios. A mi me toca estar de retén los días 25 y 26 de marzo.
Mi mujer tiene que acudir todos los días a su trabajo como Médico de Atención Primaria en el Centro de Salud de Osakidetza, pero esta semana la mayor parte de las atenciones -cerca de setenta- son telefónicas.
Vivimos en un estado de irrealidad como si lo que estuviera pasando fuera una especie de Serie Televisiva y no la pura realidad. Los medios de comunicación transmiten constantemente informacíón relacionada con el Coronavirus o con las peripecias de nuestra vida cotidiana en régimen de confinamiento obligatorio. Todos los días estamos convocados a las 20:00 horas para salir a los balcones y ventanas y aplaudir en honor de todas de las personas, sanitarios, transportistas, policías ... que asumen riesgos especiales por el desempeño de su trabajo en favor de la contención de la epidemia.
Las redes sociales bullen de bulos, opiniones tóxicas, chistes y ruidos varios. Sin embargo la prensa cumple un importante papel de esclarecimiento y normalización informativa.
El tiempo transcurre lentamente y me dedico al vicio solitario de la lectura: El hombre y lo divine de María Zambrano, Las caídas de Alejandría, de Luis Antonio de Villena, El peso de los muertos, de Victor del árbol, La marca del Meridiano de Lorenzo Silva..., entro en un estado de olvido y ensoñación que me permite alejarme completamente de todo lo que me rodea y vivir otras vidas, ver la realidad a través de otros ojos...
Pasan los días casi sin darme cuenta..., miércoles 18, jueves 19, viernes 20, sábado 21, domingo 22.
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