Entrevista SOBRE EL LIBRO “MASONERÍA Y HERMENÉUTICA” DE ANDRÉS ORTIZ-OSÉS Y JAVIER OTAOLA
La Ilustración define una época concreta pero para la masonería va más allá. ¿En qué consiste este pensamiento?
La masonería al menos tal y como la conocemos hoy es una institución que surge a principios del siglo XVIII en la atmósfera intelectual y moral de la Ilustración. Es el tiempo de Newton y del pensamiento científico, de la Royal Society, de los filósofos que reivindican la mayoría de edad de la Humanidad (Kant); de la crítica de la religión y de las Iglesias como monopolios de la verdad (Voltaire). El siglo de las Luces.
Teófilo Desaguliers, pastor protestante y redactor de las Constituciones de Anderson, fue amigo de Sir Isaac Newton y también miembro de la Royal Society. Newton representa muy bien el ideal de la época fue un físico, filósofo, teólogo, inventor, alquimista y matemático, autor de los Philosophiae naturalis principia mathematica, más conocidos como los Principia, donde describió la ley de gravitación universal y estableció las bases de la mecánica clásica mediante las leyes que llevan su nombre.
Si miras en una Enciclopedia verás que se cataloga Ilustración como una época confinada entre el principio del XVIII y la Revolución francesa, pero es que la esencia de la Ilustración, el sapere aude ¡ de Kant, la reivindicación de la Razón siguen siendo tareas pendientes, no se pueden reducir a una época, desde este punto de vista la Ilustración es también un nivel histórico del que no podemos prescindir, debe ser una constante. Aunque naturalmente hoy no podemos ser ilustrados de peluca y paletó como en el siglo XVIII.
De esto anterior tal vez surja la idea de la “la ilustración ilustrándose a sí misma”. ¿En qué consiste este proceso?
En efecto una Ilustración verdaderamente ilustrada no puede conformarse con lo pensado y dicho en el siglo XVIII. El pensamiento crítico no tiene fin. Hoy sabemos muchas más cosas que las que sabían nuestros ilustrados del XVIII, y algunas cosas nos demuestran que también las Luces tienen sus Sombras. Ese es el título precisamente del último Premio Príncipe de Asturias. Tzvetan Todorov: La Sombra de las Luces.
Kant escribió que “la Ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad”. ¿Es también, para la masonería, la entrada en una edad adulta que la aleja de la magia y el esoterismo?
El pensamiento mágico es una versión cultural del pensamiento infantil que confunde su yo con el mundo, y sus deseos con la realidad. En efecto la modernidad con Descartes, reclama certezas, e ideas claras y distintas, no se conforma con nebulosas y fantasías. Eso no significa que la razón no tenga sus límites, hoy también sabemos gracias a la psicología profunda de la relevancia de lo irracional, afectivo y simbólico en el ser del ser humano. Gracias a Freud, Jung y a filósofos como Gadamer sabemos de las paradojas de la razón, pero incluso esa crítica de la razón se hace con pautas de racionalidad. La masonería, hoy, es una tradición iniciática que practica una forma peculiar de reflexión filosófica, valiéndose de símbolos, ritos y diálogos. Es en definitiva una Sociedad de pensamiento.
Este filósofo alemán también exhortó a tener el valor de servirte de tu propio entendimiento. ¿Debe de ser ésta una característica de todo el que quiera ingresar en la masonería o es una cualidad adquirida como resultado estar en logia?
A la altura histórica del tiempo que vivimos nadie puede aceptar ya tutelas ni sumisiones del entendimiento. El valor de la autonomía personal forma parte del entendimiento de la dignidad personal. Eso no significa que todas las ideas tengan el mismo valor y que la opinión de cualquiera valga para cualquier cosa. Evidentemente el conocimiento necesita estudio, tiempo, mérito y dedicación y no todos podemos opinar de cualquier cosa con la misma autoridad. Pero en el ámbito de las decisiones existenciales, ahí cada uno responde por sí mismo. Esa cualidad es necesaria para entrar en logia. Una persona que venga a la Logia buscando gurús que le permitan dimitir de su responsabilidad como persona no tiene cabida. Eso no significa que no podamos y debamos aprender de otros, que no podamos admirar la sabiduría de otros, pero nunca podemos dimitir de ser nosotros mismos.
¿Hasta que punto el ideal de una Humanidad responsable y autónoma, signo de Modernidad, sigue siendo una utopía en el siglo XX?
Todos los ideales tienen algo de utópico, nunca se realizan del todo pero nos permiten avanzar, tensionan nuestra voluntad y nuestra inteligencia y nos mantienen activos y responsables. El ideal de una Humanidad responsable y autónoma es también una utopía, pero hay que reconocer que desde el siglo XVIII hasta acá se han realizado muchos avances, a pesar también de los horrores y desvaríos de los siglos XIX y XX.
Ignacio de Loyola escribió que los ejercicios espirituales son el modo de preparar y disponer el ánima para quitar de si todas las afecciones desordenadas. ¿Esto representa el inicio de esa búsqueda de sentido que hoy se da en la masonería y cuyo fruto es conseguir “estar a plomo”?
Me alegra que me hagas esa pregunta porque como antiguo alumno de los jesuitas tengo querencia por el santo vasco. Mi referencia a Loyola en el libro se justifica porque pretendo señalar algunas analogías entre la famosa obra de Ignacio, Los Ejercicios Espirituales, y lo que yo denomino el Método masónico. Loyola asume una actitud proactiva para mejorarse personalmente, para encontrarse consigo mismo, para “salvar el alma”. Lo hace naturalmente en el marco de una confesión religiosa –católico-romana- pero haciendo abstracción de esa confesionalidad hay aspectos: la preparación de la conciencia, el análisis, la composición de lugar, el examen…- que se parece, mutatis mutandi, a la metodología puramente filosófica que usa la masonería.
El método masónico obliga a una constante puesta en cuestión también de la masonería. En España, tras la Guerra Civil y la Dictadura, ¿fue el momento en que se tuvo que dar ese proceso de forma más profunda?
La guerra civil del 36/39 y la larga Dictadura de Franco destruyeron las libertades democráticas, y hasta que estas no se recuperaron no se recuperó de nuevo la masonería española. Después de esa larga noche y con la pérdida de dos generaciones de masones fue costoso recuperar la tradición masónica entre nosotros, y tuvimos que hacerlo empezando desde cero. Ha sido una oportunidad para revisar y poner al día el discurso masónico que no puede ser hoy el mismo que en 1931.
¿Hoy están las bases de la masonería más afianzadas que entonces o todavía quedan grandes lagunas que cubrir?
Siempre quedan cosas por hacer, pero tengo la impresión de que, al menos la Gran Logia Simbólica Española, que es la que mejor conozco, después de 30 años de reconstrucción ha encontrado su discurso, su lugar y el sitio que le corresponde.
Si para el masón la vida es la construcción de un escenario, ¿hay que suponer que toda iniciación masónica exige (sobre todo en el proceso de construcción interna) una destrucción previa de valores o actitudes adquiridas desde niño?
Claro, la infancia y la adolescencia tienen su valor, su encanto pero finalmente nuestra humanidad, nuestro proyecto personal se realiza en la edad adulta, enfrentados a la realidad del mundo y eso exige un pensamiento adulto, capaz de habérselas con el mundo de una manera adulta sin renunciar completamente al niño que siempre vive dentro de nosotros.
En la construcción externa que asume el masón, ¿qué papel y significado juega la logia?
La logia siempre es un grupo de referencia, un estímulo, una Sociedad de pensamiento ante la cual testamos el valor de nuestras reflexiones y convicciones. Los hermanos y hermanas de la Logia son nuestros testigos, dan fe de nosotros.
La tolerancia, virtud política consustancial de la verdadera democracia, es emblema del método masónico. Sin embargo alertan del peligro de incurrir en cierto “buenismo”. ¿En qué consiste ese riesgo?
La Tolerancia no es pensar que todas las opiniones valen igual y que todas son por lo tanto igualmente respetables. Eso sería un ridículo buenismo. Hay muchas opiniones erróneas, frívolas o simplemente estúpidas. Europa ha progresado desde los Griegos porque no ha respetado las ideas y las opiniones –incluso las más sagradas- sino que las ha criticado y puesto a prueba constantemente. La Tolerancia tiene tres aspectos, a) en primer lugar aceptar que las ideas, erróneas o no, se sostienen de buena fe, y que con buena fe intelectual se pueden corregir, completar, perfeccionar, b) que en todo caso aunque las ideas no sean respetables, las personas, siempre lo son, y c) finalmente, la tolerancia nos obliga también a no buscar tener “demasiada razón” y a comprender la complejidad de las cosas y las diferentes perspectivas posibles.
¿Cómo entender la filosofía de la sospecha que aseguran que ha sustituido en el siglo XX al optimismo antropológico?
La filosofía de la sospecha es consecuencia de la profundidad de nuestros conocimientos psicológicos, históricos y filosóficos. Marx nos ha enseñado a desconfiar de las superestructuras ideológicas que sirven intereses económicos, Freud, nos ha enseñado a desconfiar de nuestro yo, sometido a pulsiones inconscientes que él mismo ignora; Nietzsche nos ha enseñado a desconfiar de las coartadas de nuestra voluntad de poder. Esas sospechas son fundadas. Hoy no podemos ignorar el lado oscuro de la conciencia humana y tenemos que aprender a contar con él. Sin embargo eso no nos ha de llevar necesariamente al cinismo. Hay un lado bueno y luminoso en el ser humano que merece ser cultivado. Eso sí, sin ingenuidades.
Plantea un reto en torno a una de las columnas sobre las que se asienta la masonería como es la fraternidad. ¿Por qué aseguran en el libro que apenas hemos explorado los aspectos más importantes de ésta?
La fraternidad y el fraternalismo del que habla Andrés Ortiz-Osés se han materializado social y políticamente con la Democracia. Hasta la Democracia el poder político, religioso y económico era Matriarcal o Patriarcal, jerárquico, autoritario o tiránico.
El despliegue de los valores demoliberales de la Libertad y la Igualdad nos llevan a una Fraternidad todavía incipiente.
Konrad Lorenz escribió que “el amor es el producto más maravilloso de 10 millones de años de evolución. Sin embargo avisan de la importancia de conocer sus riesgos. ¿En logia cómo afrontar estos riesgos de lo que ustedes llaman el lado oscuro del amor fraternal?
Todos los amores tienen un lado oscuro: la ceguera, el despecho, el absolutismo. Cuando el sentimentalismo nos ciega y nuestras expectativas sobre el amor son absolutas y absolutistas corremos el peligro de la dependencia emocional, del despecho o de la violencia. El amor es una gran fuerza pero debe estar dominada por la Razón, no una razón técnica y calculadora, sino por una Razón afectiva; lo que ahora se llama inteligencia emocional.
Para terminar, les pediría unas palabras sobre la reflexión que plantean en el libro.
“El edificio se levanta sobre lo lleno, pero es habitable gracias a lo vacío”. Es una frase taoísta que resuena masónicamente. La idea es que lo humano es habitable porque está “abierto”. La apertura es la clave de una humanidad realmente humana. Un edificio lleno, no es un edificio es una escultura, es algo compacto, macizo e inhabitable. Para que sea habitable tiene que tener huecos, vacíos, espacios incompletos. Una persona que tiene todas las respuestas, todas las certezas, todos los valores, que no tiene curiosidades, dudas y afecciones, que no tiene asuntos pendientes, ni lagunas no es una persona sino un ídolo.
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