Domingo 22 de marzo 2020
Hoy me levanto tarde, ayer estuve leyendo hasta la 3 de la madrugada. Me atrapó la novela de Lorenzo Silva. La marca del meridiano. Premio Planeta 2012. Una emocionante trama de investigación sobre el asesinato de un oficial de la Benemérita, amigo del brigada Rubén Bevilacqua que se convierte en una lección sobre cómo las tecnologías de la comunicación: teléfonos móviles, tablets ... han transformado también la investigación policial; pero por encima de eso hay en toda la novela un afinadísimo estudio de psicología policial —o quizá de psicología a secas— y un gran amor a la Guardia Civil en sus mejores valores, por casualidad Lorenzo Silva es además de un excelente novelista autor de algunos notables ensayos históricos, entre otros su magnífico libro Sereno en el peligro. La aventura histórica del Guardia Civil.
Lectura sagrada de este domingo. Muy a propósito
Sal 22,1-3a.3b-4.5.6 El Señor es mi pastor, nada me falta /El Señor es mi pastor, nada me falta:/en verdes praderas me hace recostar,/me conduce hacia fuentes tranquilas/y repara mis fuerzas. /Me guía por el sendero justo,/por el honor de su nombre./Aunque camine por cañadas oscuras,/nada temo, porque tú vas conmigo:/tu vara y tu cayado me sosiegan. .Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Interesante artículo de BYUNG-CHUL HAN en EL PAIS de hoy. 22 MAR 2020
Parece que Europa no puede controlar la pandemia...., lo países asiáticos lo han hecho mejor - dice Biung-Chul Han [Imagen] —y señala lo distintivo en este momento entre unos y otros. Lo distintivo es que en Asia gobierna ya Gran Hermano:
"La conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente. Apenas se habla ya de protección de datos, incluso en Estados liberales como Japón y Corea. Nadie se enoja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos. Entre tanto China ha introducido un sistema de crédito social inimaginable para los europeos, que permite una valoración o una evaluación exhaustiva de los ciudadanos. Cada ciudadano debe ser evaluado consecuentemente en su conducta social. En China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación. Se controla cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las redes sociales. A quien cruza con el semáforo en rojo, a quien tiene trato con críticos del régimen o a quien pone comentarios críticos en las redes sociales le quitan puntos. 😱 la vida puede llegar a ser muy peligrosa. Por el contrario, a quien compra por Internet alimentos sanos o lee periódicos afines al régimen le dan puntos. Quien tiene suficientes puntos obtiene un visado de viaje o créditos baratos. Por el contrario, quien cae por debajo de un determinado número de puntos podría perder su trabajo. En China es posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el vocabulario de los chinos no aparece el término “esfera privada”.En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la cámara de vigilancia. Estas cámaras dotadas de inteligencia artificial pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos, en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos.Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién iba sentado dónde en el tren. Las redes sociales cuentan que incluso se están usando drones para controlar las cuarentenas. Si uno rompe clandestinamente la cuarentena un dron se dirige volando a él y le ordena regresar a su vivienda. Quizá incluso le imprima una multa y se la deje caer volando, quién sabe. Una situación que para los europeos sería distópica, pero a la que, por lo visto, no se ofrece resistencia en China." 😱😱😱
Después de intimidarnos con la potencia controladora de las nuevas tecnologías Han sin embargo nos anima a confiar, aunque no nos da argumentos para esa confianza:
Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta.
[Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano que imparte clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Autor, entre otras obras, de ‘La sociedad del cansancio’, publicó hace un año ‘Loa a la tierra’, en la editorial Herder.Traducción de Alberto Ciria.]
Lunes 23
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