
Decía, ya el 06/11/ 24, la Revista de análisis político THE HILL: «El hecho de que un hombre (Trump) pueda manipular con tanta facilidad las instituciones estadounidenses para su propio beneficio dice tanto sobre el estado decrépito de las instituciones estadounidenses como sobre la decrepitud moral del delincuente.»[i] Pero lo cierto es que Donald Trump, que ha dado tantos malos ejemplos de lo que no debe hacerse en política, es y lo seguirá siendo durante el próximo cuatrienio, el 47º Presidente norteamericano. No ha necesitado mucho tiempo para demostrar que el activismo desmoralizador que Trump representa va a ser un enorme desafío para los mecanismos de check and balance previstos en la Constitución Norteamericana y también para lo que representa la Alianza histórica del último siglo entre Europa y los Estados Unidos. Han bastado unas semanas para ver el efecto demoledor que conlleva la manera de entender la política. No es de extrañar que la antigua fascinación de Trump por Putin se haya convertido en una manifiesta complicidad.
Trump plantea grandes desafíos para su propia país, pero también para Europa. Desafíos que pueden ser, al mismo tiempo oportunidades para fortalecer la posición de la Unión Europea como proyecto político. Las iniciativas anunciadas por el presidente Trump, implican, en primer lugar, el debilitamiento de la OTAN, tal y como la hemos conocido hasta ahora; Trump alienta el envalentonamiento de los nacionalistas iliberales de todos los países europeos, que no han tardado en brindar por su Presidencia. "Los patriotas" de las naciones de la Unión, quieren imitar el mal ejemplo de Trump, en Europa y fuera de Europa, Trump anuncia guerra arancelaria transatlántica, y Trump va a plantear batalla contra la regulación europea de las plataformas de redes sociales, la inteligencia artificial y las criptomonedas estadounidenses. No está mal para empezar.
Trump ha augurado una guerra comercial entre Estados Unidos y China, lo que indirectamente va a someter a Europa a una fuerte presión de Washington para reducir los vínculos económicos con Pekín, al mismo tiempo que las barreras arancelarias previstas por Trump para los productos chinos enfrentarán a Europa a una avalancha de productos chinos desviados del mercado estadounidense. Los aranceles previstos por Trump contra los productos europeos y especialmente contra la industria automovilística europea pueden llegar a provocar una recesión en Europa al mismo tiempo que han provocado una subida récord de las cotizaciones en Wall Street y en el mercado del bitcoin.
La presidenta de la UE, Von der Leyen, en su mensaje de felicitación por la elección le recordó a Trump que «millones de empleos y millones de intercambios comerciales e inversiones a cada lado del Atlántico dependen del dinamismo y de la estabilidad de nuestra relación comercial». Trump ha debilitado la OTAN cuando declaró que USA abandonaría la Alianza durante su primer mandato en la Casa Blanca, aunque felizmente, el Congreso ha aprobado una ley que hace más dificultosa la salida de USA de la Alianza.
Trump ha dejado claro que bajo su presidencia los rusos pueden hacer lo que quieran (do whatever the hell they want) contra cualquier país de la OTAN que no asuma los costes de su propia defensa. No digamos nada sobre Ucrania que ni siquiera está en la OTAN. El lenguaraz Trump puede en cualquier momento, hacer declaraciones desentendiéndose de la defensa de cualquier país europeo que sufra una agresión por parte de la Rusia de su admirado Putin.
El Trump que juró como presidente el 20 de enero 2025 era un hombre con condenas y acusaciones pendientes por más de treinta delitos federales de los que ahora podrá auto indultarse, como si esos delitos nunca hubieran sucedido, esas acusaciones de graves delitos —entre ellos promover el asalto al Capitolio—no han disuadido a los multimillonarios Elon Musk y Peter Thiel, para apoyar las políticas del nuevo ejecutivo que permitan barra libre, sin trabas ni controles, en las redes sociales, la inteligencia artificial y las criptomonedas.
Tras el escandaloso espectáculo televisado en directo en el que se vejó descaradamente al Presidente Zelensky no ha quedado duda de que el putinismo de Trump es profundo lo que le permite exhibir comportamientos imperialistas sin complejos: puede exigir a Dinamarca que renuncie a Groenlandia, a Ucrania que entregue gran parte de su riqueza mineral a USA a cambio de ayuda, amenazar a Panamá con retomar el control del Canal, convertir a Canadá en el Estado federado número 51 de la Unión, incumplir unilateral e injustificadamente los acuerdos comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá que el propio Trump negoció en su primer mandato..., putinismo es también la descarada violación del artículo 14 de la Constitución con una simple Orden Ejecutiva..., putinismo es la propuesta de deportar a la población palestina de Gaza para convertir la franja en una zona turística de sol y playa de aquí a 15 años..., putinismo es llamar Dictador al Presidente Zelensky, presionarle públicamente para una rendición inmediata después de tres años de tenaz y sacrificada resistencia...Toda la política exterior norteamericana ha quedado patas arriba con Donald Trump, con la única salvedad de la postura dura respecto de Hamás e Irán, chiitas y por ende enemigos acérrimos de Arabia Saud
La política putinista de Trump supone la completa “reversión” de las líneas de definición de Estados Unidos entre quienes son "amigos" y quienes "adversarios". El putinismo abrazado por Trump, supone un cambio general de la política exterior USA tras la Segunda Guerra Mundial, que promovía la liberalización económica y favorecía las sociedades abiertas. Eso ya no le interesa a Donald Trump.
[i] 06/11/ 24, The Hill. Max Burns
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