Del progreso y sus paradojas, por Javier Otaola
- Diccionario subjetivo
- hace 2 días
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¿Se acabó el progreso? ¿Aún es posible? se preguntaba Sergio C. Fanjul en su interesante artículo del pasado 23.2.25 en la sección de IDEAS EL PAIS. En el que cita a Johan Norberg, autor del ensayo —Abierto: la historia del progreso humano— (Deusto, 2021) para señalar el valor constituyente que tiene esa idea-motor para todos nosotros sintetiza la potencia de ese anhelo: “La idea de progreso creó el mundo moderno”. Habría que añadir, con sus luces y sus sombras.
El pensamiento democrático y liberal estan vinculados con la idea moral y el propósito del progreso, que surge como horizonte político de la Europa occidental en el s. XVIII como una mirada de optimismo sobre la capacidad del ser humano para aumentar su conocimiento sobre el mundo y sobre sí mismo, un conocimiento objetivo y verificable que puede conducirnos a una sociedad cada vez más justa y pacifica; pero en el siglo XIX ese conocimiento objetivo ha sido sometido a una mirada desconfiada por parte de tres grandes pensadores, desvelando la "sospecha" de autoengaño que se esconde en el discurso ilustrado, moderno y progresista. Esos pensadores son Marx, Freud y Nietzsche, los filósofos de la sospecha, que nos advierten que la conciencia moderna, se autoengaña, consciente o inconscientemente, ocultando las poderosas pulsiones que se esconden bajo nuestras grandes palabras: Marx, denuncia que nuestros ideales ocultan en realidad nuestros intereses materiales; Freud, nos advierte que nuestra racionalidad está condicionada por nuestras pulsiones narcísicas y libidinosas que se esconden en nuestro inconsciente; Nietzsche, el más nihilista de los tres, denuncia que pasamos por alto que en el fondo de nuestra consciencia anida una ciega y constante fuerza de voluntad de ser (voluntad de poder la denomina), que todo lo contamina.

Por otro lado, el salto del "progreso" al "progresismo" se ha hecho especialmente problemático en el s. XX, cuando nos percatamos de que la etiqueta de "progresista" ha sido adjudicada durante muchos años a personajes como Lenin, Stalin, Molotov, Lavrenti Beria, Mao, Fidel Castro, Breznev, Suslov, Ceaucescu...y le ha sido negada a otros como Winston Churchill, Adenauer, De Gaulle, Dwight D. Eisenhower, De Gasperi, Robert Schuman, o a intelectuales como Hannah Arendt, Ortega y Gasset o Albert Camus ¿Quién ha hecho, en realidad, más por el progreso en sus respectivos ámbitos, aquellos o estos? ¿Quizá el progreso ha sido el resultado dualéctico de la confrontación entre unos y otros?
El año 2025 se ha inaugurado con la segunda presidencia USA de un personaje como Donald Trump — una especie de Gil y Gil en la Casa Blanca, narcisista, ignorante y mentiroso patológico— que, sin embargo, se publicita a sí mismo como un ejemplo universal de grandeza, al crudo estilo de un businessman sin escrúpulos. En sus primeros meses de ejercicio presidencial ya ha amenazado a Canadá, México, Panamá, Dinamarca, ha avalado la deportación de los palestinos de Gaza y en estos momentos ha declarado que se va a dar un tiempo para decidir si apoya o no con bombardeos norteamericanos sobre Irán..., en lo económico ha reducido drásticamente el gasto social en USA, ha iniciado una guerra comercial contra sus vecinos y contra la Unión Europea y ha sumado —contra la posición de Europa— el voto de EE.UU con el de Vladimir Putin en una declaración del Consejo de Seguridad, en relación con el fin de la invasión de Ucrania..., ha dado por buena, sin ningún rubor la deportación de hecho de dos millones de palestinos de Gaza, comprometiéndose para, una vez evacuados sus habitantes, construir en la zona un espacio turístico de lujo al estilo de la Riviera francesa, (sic)...
Mi respuesta a la pregunta de Sergio S. Fanjul sobre si es posible seguir siendo ilustrados, hoy, es "A pesar de todo...sí": el progreso y la Ilustración siguen siendo posibles, pero no al estilo s. XVIII, sin al estilo s. XXI. Después de lo que nos han enseñado, de nosotros mismos, los Maestros de la Sospecha: Marx, Freud y Nietzsche, en el s. XXI tiene que ser una Ilustración más experimentada, más sabia y menos ingenua, o sea, escarmentada. El significado de la palabra escarmiento en español está asociado con algo que conlleva dolor o vergüenza. Al parecer la palabra escarmentar proviene del antiguo verbo escanir (hacer burla de alguien), de donde también tenemos escarnecer. Tiene sinónimos que confirman ese campo semántico: correctivo, frustración, desengaño, desilusión... en la sabiduría histórica del euskera guipuzcoano "escarmiento" se traduce simplemente como "experiencia". Hace unos años, paseando por el pueblo Lazkao en el corazón de Guipúzcoa vi un anuncio que decía «Se necesita secretaria con gran escarmiento» (Eskarmentu handia duen idazkaria behar da). Fue una epifanía. Que en euskera guipuzcoano la palabra eskarmentu signifique «experiencia» desvela, a mi juicio, una profunda sabiduría existencial, que coincide, además, con mi propio escarmiento vital. Es una gran verdad: ganar experiencia en el trabajo, en el amor y en general en la vida, conlleva, habitualmente un cierto regusto amargo de tanteos fallidos, desengaños y vergüenza. Asumir esa realidad con naturalidad y sin aspavientos me parece muy sabio. La experiencia, propia y ajena, nos transmite una sabiduría no teórica sino práctica, adquirida con esfuerzo y con dolores. Una experiencia que se preserva en usos y costumbres, ya sea como sociedad general, como gremio, como familia... o comunidad política. La tradición guarda memoria de lo que otros, antes que nosotros, han aprendido, no tanto de las hermosas ideas o de las teorías, como de la prueba y error. La literatura ofrece cuatro parábolas postmodernas de esos sueños utópicos que fácilmente se hacen distópicos, a saber: en la terrorífica República de Gilead en El Cuento de la criada de Margaret Atwood; en Rebelión en la granja, y en 1984 de George Orwell, o en Un Mundo Feliz de Aldous Huxley.

Hoy podemos reconocer, mejor que nunca, lo que es verdaderamente progreso, y cito a Daniel Innerarity en su artículo Los reaccionarios. EL PAIS. 21 MAY 2024: «Todos sabemos qué es el progreso –la abolición de la esclavitud, el crecimiento en los derechos, la eliminación de la desigualdad…–, pero también que ciertos movimientos que solemos calificar como progresistas o no lo son del todo o no sabemos exactamente por qué lo son».
En efecto, lo progresivo de hoy 2025, no tiene que ser lo que así se denominaba en el pasado, y hoy puede ser verdadero progreso lo que antaño no fue considerado como tal. Lo progresivo en un momento determinado puede ser acelerar, pero en otro puede ser desacelerar, incluso frenar y rectificar.
Habrá genuino progreso y verdaderas luces allá donde los seres humanos podamos razonablemente, —o sea, no como ángeles perfectos, ni como dioses omnipotentes, sino como frágiles seres humanos— vivir en Libertad, convivir en Igualdad y solidarizarnos en Fraternidad.
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