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Entrevista subjetiva: Marco Julio Robles

Actualizado: 23 sept 2020

Marco Julio Robles Santoyo, (Puebla; 27 de Julio de 1983). Maestro en Filosofía por la UNAM. Ha colaborado en medios como: Sexenio, Numen, Luvina, La libre de Fuego, Anal Magazine, Crítica, Letras Explícitas y Reflexiones marginales. Su actividad creativa se centra en el relato y la novela. Diario camaleón es la primera recopilación de su narrativa breve. En 2015 impartió seminarios sobre Diario Camaleón en la Universidad del País Vasco (Vitoria); en esa misma ciudad presentó dicho libro en compañía de la escritora Josebe Martínez. En Abril de 2016 Diario Camaleón fue elegido como el libro central para los festejos del Día Internacional del Libro realizados en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco. Esta misma obra se presentó en febrero de 2016 en la Feria del libro del Palacio de Minería, en donde el autor fue acompañado por Ana García Bergua y Gregorio Cervantes. En 2018 ganó el Primer lugar en el Concurso Internacional de Cuento Ciudad de Pupiales, certamen literario auspiciado por la Fundación Gabriel García Márquez en Colombia. En 2019 su cuento “Entre luces” resultó finalista en el Sexto Concurso de narrativa breve convocado por la editorial mexicana Endira ediciones. Actualmente cursa estudios de doctorado en filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México.



8.6.2020

Tuve la suerte de conocer a Marco Julio Robles en el otoño de 2015 cuando estuvo en Vitoria-Gasteiz en el Campus Universitario de la UPV para participar como estudiante de post-grado en un Proyecto de investigación sobre “La construcción de la verdad en el discurso poético de la Grecia Antigua: Engaño y persuasión en el arte trágico de Esquilo” bajo la tutoría de la Catedrática de Historia Antigua, la Dra. Ana Iriarte.

¿Fue tu primera visita a España?


No, no fue la primera visita que hice a España, pero sí la más larga, pues me instalé por un espacio de al menos 6 meses. Antes de mi llegada en esa segunda ocasión, a mediados de 2015, ya había estado en aquel hermoso país antes. Viaje durante el cual pude visitar Toledo, Segovia, Madrid y parte del sur del territorio, Cartagena y Murcia, y algunas otras ciudades que dejaron en mí impresiones maravillosas; recuerdo vagamente Alarcón y Sevilla, y un pueblo pequeño con casas suspendidas sobre un terreno escabroso, cuyo nombre ahora no recuerdo.




En aquel primer viaje, pude visitar el Museo del Prado que me pareció fascinante, Velázquez, Goya, Durero. Al final del recorrido había una exposición temporal de Edward Hopper, recuerdo especialmente una pintura: Habitación de hotel, me dejó hondamente impresionado, a tal grado que aún recuerdo la impresión de soledad y aislamiento que me proporcionó la imagen. También tuve la oportunidad de observar El Guernica de Picasso, no miento al afirmar que me pasé cerca de dos horas parado mirándolo, me impresionó el trazo de las figuras, pero, sobre todo, la economía aparente de elementos que dotan a la pintura de un dramatismo especial. Recuerdo a la perfección que lo relacioné en ese momento con la literatura, pensé en lo importante que es la selección adecuada de los adjetivos; un adjetivo mal puesto, como un color mal elegido, puede matar la obra sin remedio.

Durante mi segunda visita a España, viajé menos, me mantuve más en Vitoria que en otras regiones o lugares, aunque sí pude visitar Bilbao y Burgos, estuve por primera vez en Barcelona, aunque elegí mal el fin de semana, pues fue uno de esos domingos en los que se votaba la separación de Cataluña del resto de España y la efervescencia política aunada al trasiego de la ciudad convirtió mi visita en un caos, pude ver poco y lo poco que vi lo hice con agobio y sin tino. Me fue imposible visitar algunos de los monumentos artísticos de Gaudí, pero, en compensación comí las croquetas de jamón serrano más ricas de mi existencia.


Después de mi estancia en Vitoria volví a España una ocasión más, pero fue un viaje menos centrado en la península, lo tomamos como una suerte de puente entre Europa y África, pues nuestro interés estaba en Marruecos. De ese país he escuchado comentarios que se contraponen, están los que lo recomiendan sin cortapisas, y los que dicen haberse sentido decepcionados con él (entre los que te cuentas tú, Javier). A mí me gustó mucho, sobre todo las regiones que están fuera del circuito turístico, no hablaré de Fez que es enredada y con mucho encanto, pero agobiante por la enorme cantidad de gente; ni de Marrakech que me pareció lúgubre y turística a un grado tan grosero que ya no se aprecia la calidad auténtica de la gente. Lo que me impresionó, y sí, es turístico y hasta snob, fue Casablanca, pero no por la arquitectura del Art Novo español, la del protectorado, sino porque en un puesto callejero descubrí a un escritor que marcó mi viaje: Mohamed Choukri, compré en un puesto, un libro en francés titulado Le pain nû, que, esto lo descubrí después, fue traducido al español como El pan a secas.



Una obra sin rodeos, desnuda como su título en francés que, dicho sea de paso, me parece más adecuado y poético que la traducción que hicieron en España. Me llevé conmigo ese libro desde Casablanca a Fez y al desierto que linda con Argelia. Lo leí en el autobús, en el hotel, en cualquiera de los pocos espacios que el viaje me dejaba libre y me fascinó esa manera de situarse en relación con el pasado y de asumir una postura crítica con el entorno y la familia. La prostitución de los jóvenes marroquíes en los años sesenta, auspiciada por extranjeros homosexuales, me impresionó, me resultó dolorosa y chocante en términos éticos, pero interesante como literatura honesta y desnuda que declara sin ambages que en el mundo árabe se mueven las mismas pasiones que en Occidente, aunque la religión intente hacernos creer que no es así.


Y para ya no extender demasiado esta respuesta, diré que el mundo es tan enigmático y tan extraño y que la literatura tiene, a veces, un carácter perturbador de tan misteriosa. La historia, que es verdad de punta a punta y hay un testigo (por fortuna) que lo puede atestiguar solucionando el tema de su veracidad completa y de mi lucidez menuda, sucedió así: Leí a Mohamed Choukri, me fascinó, al volver a Tánger, busqué en la Librería Colón libros suyos, no pude encontrar ninguno en español ni en francés ni en inglés… Sólo lo tenían en árabe, pero como no puedo salir de una librería con las manos vacías, en compensación me compré uno de Tahar Ben Jellou, La nuit sacreé, en francés también. Fuimos mi compañero y yo a una café que 8 días antes descubrimos en una plaza cuyo nombre no recuerdo, pero a la que sé regresar con los ojos cerrados si me dejan en la puerta de la Medina de Tánger. Ahí tocan todos los viernes música medieval árabe, poemas de amor que datan de la fecha de la expulsión de los musulmanes de España, lo hacen músicos de edad avanzada, entre pipas y vasos de té con hojas de hierbabuena la música se desarrolla con una vitalidad increíble. Al regreso, decidimos sentarnos a cenar en un pequeño restaurante que ya habíamos visto desde la semana pasada y que me había parecido atractivo. Brochetas de mariscos, cus-cus, cerveza sin alcohol y té.


Como no había mesa libre la compartimos con un hombre que tenía pinta de ser de Marruecos, acaso de Tánger, sin venir a cuento, sin ningún aviso previo, el hombre, al que tenía frente a mí, me dice ¿Le pain nû? El título del libro. Pensé en una coincidencia, en una mueca del azar, de la fortuna, lejos estaba de imaginar que el hombre, inmediatamente después me dijera: Sí, Le pain nû, ¿conoces a Mohamed Choukri? Podrán imaginarse mi mueca de asombro, las emociones que me atacaron, le dije que justo lo acababa de leer, a lo que él respondió que ese libro le fascinaba y que, además, Choukri había sido su maestro de árabe. Gracias a él nos enteramos que Choukri tenía un temperamento difícil, que nunca se casó y que eran sus propios alumnos quienes limpiaban su casa, pues a menudo la tenía sucia, llena de ceniceros, basura y libros. Fue una experiencia fascinante.

¿Qué sabor te queda de esa experiencia Universitaria en España?


De aquella experiencia universitaria, en la que tuve una inmejorable guía, la Dra. Ana Iriarte, me quedan muchísimos recuerdos memorables, presenté mi libro, mi primer libro, en una librería casi llena y con un ambiente muy, muy cálido. De la Dra. Iriarte aprendí muchísimo acerca de cómo llevar a cabo una investigación que implica el saber histórico, detener ciertos excesos de interpretación y, sobre todo, elegir los temas, mostrarse humilde y mesurado al hacerlo y fundamentar mediante una búsqueda y análisis exhaustivo de fuentes nuestras aserciones relacionadas con el mundo antiguo. Grecia y Roma siguen siendo dos de mis temas de interés predilectos. Leí los libros de la Dra. Iriarte y los sigo compartiendo con mis alumnos, pues me parece un enfoque original y atractivo el que ella realiza.

¡Qué título tan atractivo y literario tenía tu trabajo de post-grado: Engaño y persuasión en el arte trágico ¡¿Llegaste a conclusiones en materia de “engaño y la persuasión” en el arte trágico de Esquilo? ¿Qué hay de construcción discursiva y qué de facticidad experiencial en el concepto de verdad? ¿La verdad humana no es, en última instancia, siempre una verdad “literaria”?




No me siento capacitado para emitir un juicio en este momento. A veces, al leer a Platón, creo estar de acuerdo en que el sentido de la verdad existe más allá del ser humano; pero, después, doy traspiés y me identifico más con el Foucault que critica este discurso científico poco incluyente o con el Nietzsche de Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Quizá una de las deudas que tengo con la filosofía sea el escepticismo más brutal que imaginarse pueda.

Tu vocación de escritor te cualifica como una persona observadora, capaz de captar detalles significativos ¿Durante esa estancia en España hubo detalles humanos, curiosidades, que te llamaran la atención en los modos y costumbres, en el lenguaje, en la sociabilidad con que te encontraste en Vitoria-Gasteiz? ¿Pudiste conocer otras ciudades además de Vitoria?

Sí. Una de las cosas que me sorprendió, al principio, es la cortedad de las respuestas y la aparente frialdad con la que te tratan. En general creo que son cálidos y festivos, pero que tienen ciertas capas de autodefensa que los mantienen un tanto alejados. En cuanto a la sociabilidad, me atrajo y deslumbró lo mucho que viven a las afueras de las casas, en bares y restaurantes o en la calle. La comida me pareció riquísima, lo mismo el vino y los pintxos.

Aunque vives en Ciudad de México eres nacido en Puebla. Mi hija pequeña está viviendo allá y es una enamorada de esa ciudad. ¿Cuáles son tus recuerdos y tus vínculos con tu ciudad natal? ¿Cuál es la personalidad particular de Puebla respecto de otras ciudades mexicanas?


Dejé Puebla porque ya no me sentía cómodo en esa ciudad. Parece una ciudad grande, pero es pequeña y pacata. Puebla es una de las capitales religiosas y culturales de la Colonia, del Virreinato. Eso hizo que el carácter de la gente se tiñera de cierto pudor (acaso hipocresía moral) que detesto y me abruma. No es una ciudad que tenga una propuesta cultural interesante. Existen pocos cines de arte y las exposiciones pictóricas son casi nulas. En definitiva, espero nunca volver a esa ciudad que fue para mí como una monótona camisa de fuerza.



Hiciste tus estudios de Grado en la Universidad Autónoma de México, la UNAM que es una institución con un gran protagonismo en la vida social y política de tu país. Tiene la mayor matrícula de todas las universidades de América Latina, y cuenta con uno de los campus más grandes del mundo. En 2009 fue premiada con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Los tres laureados con el Premio Nobel en México son egresados de la UNAM. ​

¿Qué experiencia personal ha supuesto para ti tu formación universitaria? ¿Qué recuerdas de tus maestros en la Universidad? ¿Qué vínculos mantienes con los que fueron tus compañeros? ¿Cómo es la vida universitaria en México? ¿Por qué escogiste estudiar Filosofía? ¿Cuáles son tus filósofos de referencia? ¿Qué opinión tienes de tus profesores y de la formación que has recibido?

La formación universitaria en la UNAM es buena, de alta calidad y muy económica. Al cursar estudios de maestría, después de atravesar el filtro de selección que suele ser intenso, ingresas y no pagas nada. Al contrario, recibes una manutención mensual importante a lo largo de los dos años que dura el programa y nunca se pagan inscripciones o cuotas por la matrícula. La apertura hacia los temas de investigación es mucha. Prácticamente hay especialistas en casi cualquier tema que uno desee desarrollar.


El grave problema de la universidad es la violencia de género. Recientemente la Facultad de Filosofía y Letras permaneció cerrada por casi 10 meses porque los colectivos feministas se aliaron para celebrar dicha protesta. La comunidad universitaria se encontraba polarizada, lo grave es que las clases se suspendieron una enorme cantidad de tiempo y causó inconvenientes a un buen número de alumnos.


Por otra parte, con mis compañeros del posgrado mantengo contacto y complicidad académica. He cultivado amistades valiosas a raíz de mi participación en dicho programa de posgrado en el cual ahora estoy desarrollando una tesis doctoral sobre Platón. Los filósofos que me gustan o a los cuales me refiero constantemente son Platón, Foucault, Schopenhauer, Nietzsche y, de la literatura filosófica contemporánea: Martha Nussbaum, Hannah Arendt y Judith Butler.


De entre los muchos profesores que he tenido, celebro haber podido permanecer en los seminarios de la Dra. María Teresa Padilla Longoria y en los del Dr. Víctor Gerardo Rivas López.


Has estudiado Filosofía, pero tu verdadera vocación es ser escritor ¿No es así? Tu libro de relatos Diario Camaleón ha sido reseñado muy favorablemente por el Profesor Endika Basañez Barrio en la Revista pensamiento, crítica y estudios literarios latinoamericanos, Mitologías Hoy, y compara tu estilo en algún momento con el del escritor y activista portorriqueño Pedro Juan Soto, otros analistas de tu obra encuentran en tu estilo rasgos de autores de la altura de Inés Arredondo o Raymond Carver. ¿Te reconoces en esas referencias?

Actualmente he meditado mucho sobre mi verdadera vocación y he decidido que, paulatinamente, iré dejando la carrera académica para concentrarme solamente en la literatura. Escribir ficción es lo más fascinante a lo que me he enfrentado y es lo único que me hace sentir entusiasmado en un mundo que cada vez me parece más ajeno y deslucido. Sobre los autores con los cuales se me vincula he de confesar que a Pedro Ruíz Soto, no lo he leído. Inés Arredondo y Raymond Carver son autores a los que releo con frecuencia, así que algo de ellos, seguramente, hay en mi manera de concebir la literatura. Pero, creo que más que reconocerme en ellos, me parece un enorme halago que vean algo de aquellos maestros en mis pequeñas letras.

En tu libro de relatos Diario Camaleón tratas cuestiones de gravedad existencial como se ve por los temas elegidos: la violencia en México durante los últimos años, las relaciones románticas entre hombres, la paternidad en las parejas modernas, el activismo, aspectos sobre la definición del género y la relación con la madre. ¿Por qué esos temas? ¿Hay algo en la elección de esos temas que puede ser influencia de tu admirado Enrique Serna?


No elijo los temas. Nunca me planteo, antes de escribir, el hacer un texto sobre tal o cual tema. Mi modo de trabajar es caótico y desorganizado. A veces es una frase, una primera frase la que se me ocurre y luego surge un relato. A menudo es después de escribirlo cuando me doy cuenta de lo que se trata. Me parece que sentarte a escribir con una premisa definida de lo que harás es, al menos para mí, nocivo.


¿Qué opinas de la llamada Nouvelle Vague de escritores mexicanos como por ejemplo de Guadalupe Nettel o Valeria Luiselli.


No las he leído, tienen mucha fama. Se les menciona con frecuencia, pero no he tenido aún la ocasión de leerlas a profundidad. En alguna ocasión me prestaron de Nettel, Después del invierno. La dejé a las 50 páginas, o no era un buen momento para mí esa literatura, o no me dijo nada y tal vez nunca logrará atraparme. Algún día, como lector, le daré una oportunidad o me la daré a mí.



El gran poeta e intelectual Octavio Paz muy vinculado con España, escritor y diplomático (1914-98) premio Nobel de literatura en 1990, en su ensayo El laberinto de la soledad hace un análisis casi mitopoiético de la identidad nacional mexicana. Según el narrador y ensayista mexicano Enrique Serna, —de nuevo él— el diagnóstico que hace Paz en este libro del mexicano "es duro y a veces cruel, pero no pesimista, pues viene acompañado de un llamado a la acción: 'La historia tiene la realidad atroz de una pesadilla; la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas y durables con la sustancia real de esa pesadilla. O, dicho de otro modo: transfigurar la pesadilla en visión, liberarnos, así sea por un instante, de la realidad disforme por medio de la creación.'

Gracias a tu amabilidad pudimos visitar el impresionante complejo de Teotihuacán que muestra la importancia de las culturas indígenas en México

¿Es la identidad nacional mexicana, hoy, una cuestión pacífica? ¿Cómo conviven a tu juicio la herencia cultural y simbólica pre-hispana, la herencia del Virreinato de la Nueva España, el México de la Independencia con nuestra Globalizada Postmodernidad?


Desafortunadamente la identidad nacional no es uniforme. Ni siquiera sé si me sería factible definir nuestra identidad más allá de cierto carácter, ciertos modos de vida y de convivencia. Los llamados pueblos originarios han sido, siempre, despreciados o por las clases altas o por la raza mestiza cuyo color de piel es más claro. Las lenguas indígenas se protegen poco y la población que aún las habla es muy vulnerable. No tienen acceso a la educación, a la salud o a la vivienda digna ni a una alimentación sensata y coherente de acuerdo con sus necesidades.


Según la Organización Mundial del Turismo, México es el principal destino turístico de América Latina y el sexto más visitado en el mundo. Con 34 sitios culturales o naturales considerados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. En términos macroeconómicos, por producto interno bruto (PIB) es la decimocuarta economía mundial y la undécima por paridad del poder adquisitivo (PPA); en escala regional, es la segunda economía de América Latina y la cuarta del continente. ​​ Según el Informe de 2018 de desarrollo humano de la ONU, tiene un índice de desarrollo humano alto de 0.774, y ocupa el lugar 74º en el mundo. El gran economista mexicano Diego Castañeda, profesor en la University of London considera que México tiene que hacer un esfuerzo de reorganización y regeneración nacional para poder considerarse un país verdaderamente moderno.

¿Cómo ves, con la perspectiva de tu experiencia y tu formación, y en este momento a tu país, sus luces y sus sombras? ¿Cómo está afectando a México la crisis sanitaria global del Coronavirus? ¿Qué compromiso tienen los mexicanos con su propio país? ¿Cómo se ven en relación con el vecino del Norte —USA— y respecto de los demás países de América latina?

Ya Aristóteles lo decía en su Política, las clases que más sufren ante los desastres naturales son las clases bajas. En México siempre es así. Si una ciudad se inunda son los pobladores del extrarradio quienes lo pierden todo. Si tiembla son la clase media y la baja la que debe luchar para que el gobierno erogue recursos del erario en pos de corregir, reconstruir o rehabilitar las viviendas dañadas.


Ahora, en nuestra actual crisis sanitaria, se han infectado en todos los niveles y la muerte, democrática, ahora sí, atrae a su seno a gente de todo tipo. Pero para poner un ejemplo de la terrible desigualdad que en este país prevalece, un día de hospitalización en un hospital privado, para atender a un paciente con diagnóstico de COVID-19, cuesta alrededor de 100,000 pesos diarios, o sea, 4,600 euros diarios. El salario mínimo diario en el país es de poco más de 100 pesos, lo cual son acaso 5 euros al día. Tenemos una población que rebasa los 125 millones de personas y 60 millones de esos 125 viven en márgenes de pobreza o en pobreza extrema. Los hospitales públicos son pocos y con una organización deficiente. No te hacen la prueba si no exhibes síntomas claros de estar enfermo por el virus, pero para el sistema de salud síntomas claros es estar saturando al 50%, o sea, tienes que llegar muriéndote para que te hospitalicen y a veces hay tan pocas camas que puedes pasar aislado en el hospital 4 o 5 días, pero sentado en una silla o echado en el piso mientras se desocupa una cama. La atención sanitaria en este país ha sido siempre desigual, clasista y deshumanizada.

¿Lecturas actuales, nostalgias, proyectos?


Nostalgias: volver a la India, a Benarés.

Lecturas: Mohamed Choukri y tragedia griega. Platón, también. Y la biografía de Marguerite Yourcenar escrita por Josyane Savigneau.

Proyectos: Escribo un libro de cuentos y una novela. Quiero enfocarme solo a la literatura en un futuro muy próximo, dejar ir lo que no es imprescindible en términos de actividades y concentrarme en mi carrera literaria. También me gustaría reeditar mi primer libro junto con algunos cuentos inéditos, tal vez en España pues el público lector de aquel país me asombró por su agudeza y entusiasmo.

Finalmente, de más está decir que te agradezco de todo corazón la oportunidad de este intercambio intelectual, Javier. Muchas gracias por abrirle a mi literatura un espacio en tu taller allá, en el lejano 2015. Y por esta amistad humana e intelectual que hemos logrado cultivar.

Gracias, a tí Marco Julio, por tu literatura y por tu penetrante mirada sobre el mundo.

 

Marco Julio Robles Santoyo, (Puebla; 27 de Julio de 1983). Maestro en Filosofía por la UNAM. Ha colaborado en medios como: Sexenio, Numen, Luvina, La libre de Fuego, Anal Magazine, Crítica, Letras Explícitas y Reflexiones marginales. Su actividad creativa se centra en el relato y la novela. Diario camaleón es la primera recopilación de su narrativa breve. En 2015 impartió seminarios sobre Diario Camaleón en la Universidad del País Vasco (Vitoria); en esa misma ciudad presentó dicho libro en compañía de la escritora Josebe Martínez. En Abril de 2016 Diario Camaleón fue elegido como el libro central para los festejos del Día Internacional del Libro realizados en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco. Esta misma obra se presentó en febrero de 2016 en la Feria del libro del Palacio de Minería, en donde el autor fue acompañado por Ana García Bergua y Gregorio Cervantes. En 2018 ganó el Primer lugar en el Concurso Internacional de Cuento Ciudad de Pupiales, certamen literario auspiciado por la Fundación Gabriel García Márquez en Colombia. En 2019 su cuento “Entre luces” resultó finalista en el Sexto Concurso de narrativa breve convocado por la editorial mexicana Endira ediciones. Actualmente cursa estudios de doctorado en filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México.


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