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Elogio de Roger Scruton



La muerte de Roger Scruton ha llamado la atención de los medios sobre lo que ha significado la vida y la obra de este fino intelectual: una forma de conservadurismo suavemente escéptico, humano e inteligente cuya patente de nobleza se remonta, al menos en mi imaginario, hasta mi admirado Miguel de Montaigne.


Montaigne, como Scruton, era un estoico moderado, que desconfíaba de las posturas feroces, y nos enseñaba a amar la vida tal como es, con un pesimismo alegre que acepta la realidad ambivalente de la vida en lugar de soñar siempre con otra. Montaigne, como Scruton, enseñaba "el camino del medio". Abogaba por el placer, la serenidad, la acción. Maestro de la sabiduría: maestro de la alegría. "Que ese hombre escribiera ", dijo Nietzsche, "en verdad, ¡aumenta el placer de vivir en esta tierra! "


El estoicismo de Scruton es también de esa especie que se permite un hedonismo moderado y una alegría templada, es precisamente alegre porque es un humanismo sin ilusiones, que  nos advierte sobre los peligros de las falsas esperanzas.


Montaigne y Scruton no se hacen ilusiones sobre la humanidad y su capacidad de saber con certeza. Pero no hay amargura ni misantropía en esa actitud. Perdonan a los hombres por ser solo lo que son pero les enseñan a ser lo que pueden llegar a ser en su mejor momento.


No puedo hacer mayor elogio a la vida y la obra de Roger Scruton, que compararlo con Montaigne; Scruton un joven que escarmentó a tiempo de los desvaríos de Mayo del 68 y fue construyendo un pensamiento razonable y humano, alejado de  pasiones ideocráticas, y huyendo del fanatismo revolucionario tanto como de las absurdas ensoñaciones reaccionarias o de la despiadada defensa de egoísmos de clase, postulando un liberalismo humano que se funda en una experiencia de la vida que todos, al menos a cierta edad podemos alcanzar: «El conservadurismo — según Scruton— parte de un sentimiento que todas las personas maduras pueden compartir fácilmente: el sentimiento de que las cosas buenas se destruyen fácilmente, pero no se crean fácilmente. Esto es cierto especialmente con las cosas buenas como la paz, la libertad, el derecho, el espíritu cívico, el espíritu público, la seguridad de la propiedad y de la familia, en todo lo cual dependemos de la cooperación de los demás porque de forma individual no podríamos obtenerlo».


Descansa en Paz Roger Scruton.


Ya, simplemente, los títulos de su obra nos muestran la inteligencia de su curiosidad :

(2003). Filosofía moderna: una introducción sinóptica. Cuatro Vientos.

(1985). La estética de la arquitectura. Alianza Editorial.

(2003). Historia de la filosofía moderna: de Descartes a Wittgenstein. Península.

(1987). La experiencia estética: ensayos sobre la filosofía del arte y la cultura. Fondo de Cultura Económica.

(2010). Usos del pesimismo: El peligro de la falsa esperanza. Editorial Ariel. ​

(2016). El alma del mundo. Rialp.

(2018). Cómo ser conservador. Bibliotheca Homo Legens.

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