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Un tal Heinrich XIII, de Alemania



Imagen Sr García

Publicado en EL CORREO. 18.12.2022

Por Javier Otaola

No ganamos para sobresaltos. Ahora resulta que la República Federal Alemana está amenazada: el Estado más rico y exitoso en términos de desarrollo económico y social de Europa, el que reconstruyó la Alemania destruída por la enloquecida política militarista de un Adolf Hitler, un dictador lleno de resentimiento y odio, con un proyecto eugenésico de la nación alemana, desprovisto de todo sentimiento de humanidad y fundado sobre una visión terrorífica del poder político, responsable del Holocausto y de la maldad abisal de Auschwitz. Resulta que a juicio de algunos personajes tan pintorescos y ridículos como el tal príncipe Enrique XIII de Reuss y los miembros de una Asociación que se denomina Ciudadanos del Imperio Alemán, tenían armado un plan para derrocar al gobierno de la República Federal, en base a las habituales teorías de la conspiración de la extrema derecha, un plan con la manifiesta intención de asesinar al Canciller alemán; un grupo organizado de golpistas, con policías y militares implicados, que contaba con un almacén de armas y explosivos en una de las mansiones del tal príncipe, en el Estado Federado de Turingia a unas tres horas de coche de Berlin y en otros 60 puntos de la RFA.

Por extravagante que nos pueda parecer el caso, lo cierto es que los fiscales de la República Federal cuentan con indicios y pruebas a presentar en juicio que pueden acreditar que el golpe iba en serio y el tal príncipe había sido designado por los fanáticos Ciudadanos del Reich para convertirse en el jefe del régimen posterior al golpe de Estado.

Los neonazis abundan en el sureste de Turingia, no por casualidad es el Estado Federado donde los nazis ganaron el poder a nivel local por primera vez hace más de 90 años, antes hacerse con el poder absoluto y de fundar la Dictadura personal del Hitler y el Tercer Reich. Si Adenhauer levantara la cabeza.


El editor del periódico local de Bad Lobenstein, el municipio donde el príncipe acusado de golpista tiene su mansión, el periodista Peter Hagen, ha declarado al New York Times (13.12.22) que comenzó a tener sospechas sobre lo que se tramaba en la Mansión del Príncipe de Reuss el verano pasado después de que asistiera a una oficina municipal, que el entonces alcalde les había permitido usar a los nostálgicos del Reich en la que se anunciaba una conferencia titulada : “Un evento informativo sobre la República Federal de Alemania,S.A." lo que evidentemente se identificaba con la consigna de los neonazis de que la República Federal Alemana no es un verdadero Estado nacional sino una especie de empresa mercantil en la que los alemanes no tienen verdaderos derechos "nacionales". Cuando el periodista Hagen se presentó en el local, los organizadores se negaron a comenzar la reunión y no pudo escuchar la conferencia.


El caso es que el tal príncipe Enrique XIII no ha vivido mal en Alemania y ha residido muchos años en un barrio rico de Fráncfort, donde ha trabajado como agente y consultor inmobiliario, pero le gustan las grandes emociones.


Vivimos tiempos extraños, parece que a los seres humanos nos gustan los líos y añoramos la épica de la tragedia. No hemos escarmentado con los horrores ideológicos del siglo XX. Nunca hubiera imaginado que en 2021 tendría que asistir a un hecho tan astracanesco y brutal como que un Presidente saliente de los Estados Unidos de América, intentara un golpe de Estado contra la Unión, negándose a reconocer los resultados electorales que lo desalojaban del poder y organizara a una turba de sus seguidores para que asaltaran violentamente (hubo nueve muertos) el Capitolio, y tampoco que un antiguo agente del KGB, llegara a la Presidencia de Rusia y comenzara una invasión territorial contra un país vecino, una guerra bajo las bandera nacionalista, bendecida por el Patriarca de Moscú al viejo estilo zarista, o que en el corazón de la Unión Europea un grupo de neonazis y nostálgicos del Reich alemán, encabezados por un supuesto Príncipe Heinrich XIII fueran capaces de tramar un aventura golpista contra la República Federal Alemana, con el proyecto de "ejecutar"como traidor al Canciller... y reinstaurar la Constitución bismarckiana de 1871, lo que significa que no escarmentamos fácilmente y nos cuesta aprender de la historia.


Al parecer el virus de la locura política nunca muere pero quiero pensar que gracias a Dios, al menos hoy es un virus debilitado por su propia ridiculez.

Javier Otaola.


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