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Tiempo de confinamiento: 4 de abril.



Mi tiempo de confinamiento es tiempo de series, tiempo de Netflix y HBO. Tiempo de leer esos libros que han esperado años en mi biblioteca marginados por novedades pasajeras y a los que ahora puedo dedicar el tiempo que se merecen para ser leídos con calma y aplicadamente Y las series, yo que he despreciado fanáticamente todas las series reconozco ahora, humildemente, que hay arte, inteligencia, sabiduría, cine, filosofía, psicología, literatura y drama en cantidad y calidad en muchas de esas series y que hoy es imposible participar en la conversación pública sin atender al menos algunos de los grandes títulos en formato serie, entre ellos la conmovedora Retorno a Brideshead, la impresionante y transformadora Chernobil (HBO), la magnífica Breaking Bad (Netflix) y la última que he visto Unorthodox (traducida como Poco ortodoxa).


Unorthodox tiene muchos atractivos. En la película se muestran de una manera realista y respetuosa los ritos y costumbres de la comunidad jasídica del Brooklin neoyorkino, la obsesiva piedad de sus miembros, su radical separación mental del mundo que les rodea y sus fuertes vínculos como comunidad que les permiten vivir como en una especie de isla mental y psicológica en medio de la gran urbe. La historia es una adaptación de las memorias de Deborah Feldman, que vivió esa misma experiencia. La serie respeta los elementos esenciales de la memorias y entre ellos el momento icónico en el que la protagonista una vez que contrae matrimonio —con 19 años—debe renunciar a mostrar su cabello como señal de modestia y para ello se le afeita su verdadera cabellera y se le encasqueta una peluca. Es el mismo mandato que imponen el islamismo, ocultar el cabello, pero en este caso, para evitar el velo, el mandamiento se interpreta de una extraña manera de modo que se pueda exhibir una cabellera siempre que no sea la propia. Paradójicamente para velar la cabellera de la mujer se usa otra cabellera.

En esa escena en la que se pela al cero a la joven Esty se representa en toda su crudeza la radical sumisión de la propia identidad en aras de la aceptación de las reglas de la comunidad.

En la película se usa el yiddish, también conocido como judeo-alemán, que es un idioma perteneciente a las comunidades judías asquenazíes tanto del centro como del este europeo, así como aquellas de sus descendientes en el continente americano y otros lugares del mundo. Una lengua reliquia que pone de manifiesto la importancia de la presencia judía en centro europa durante siglos.


A mi juicio el interés de la película va mas allá de sus referencias judías y sirve como radiografía paradigmática de toda clase de fanatismos. Me parece un caso paradigmático de cuales son los mecanismos sociopsicológicos que nos pueden atrapar en esa forma de mutilación intelectual y moral del fanatismo, no sólo el específicamente religioso sino también los fanatismos ideológicos ateos y antireligiosos que han ensangrentado el siglo XX. Como complemento del visionado de la miniserie Unorthodox se me ocurre recomendar la tesis doctoral de Federico Javoloy Mazón. Psicología del fanatismo, que está disponible en las redes. Un "must".

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