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Gibraltar nos incumbe

Actualizado: 27 sept 2022

5/9/22, 9:43 Gibraltar nos incumbe | El Correo

Gibraltar nos incumbe, Javier Otaola, de la Real Bascongada de Amigos del País



Mi visita de cada verano al Peñón de Gibraltar ha coincidido este año con un accidente que amenaza a la bahía de Algeciras. El buque OS 35, abanderado en Tuvalu, salía de Gibraltar con rumbo a Vlissingen (Países Bajos) cargado de barras de acero durante la noche del día 29, cuando chocó contra el metanero Adam LNG que en ese momento estaba anclado en el fondeadero occidental del puerto La importancia no solo nacional, sino mundial, de la actividad marítima del Estrecho de Gibraltar y la proximidad de un macro-puerto como Algeciras hace que todo lo que pase a la sombra de la Roca, en ese territorio angosto de unos siete kilómetros cuadrados y en su zona portuaria, nos afecte social, económica y ecológicamente. Gibraltar es un ciudad autónoma bajo soberanía británica por causa del Tratado de Utrech de 1713; y es, además, una microsociedad multicultural y variopinta de británicos desplazados de la metrópoli y 'llanitos' descendientes de españoles, marroquíes, malteses, indios y judíos. El choque ente los dos buques ha terminado de momento con el granelero semihundido y la necesidad de combatir las fugas de aceite y fuel. Este accidente muestra cómo Gibraltar nos implica y nos incumbe más allá de la vieja disputa de soberanías entre España y Gran Bretaña en torno a la descolonización del Peñón y la interpretación del Tratado de Utrech. La Roca ha sido objeto de diversas confrontaciones diplomáticas entre el Reino de España y Reino Unido, y fue utilizada como señuelo de agitación patriotera por parte de la dictadura del general Franco, llegando a cerrar el paso fronterizo entre 1969 y 1982, con grave quebranto para las relaciones familiares, económicas y sociales en el Campo de Gibraltar durante todos esos años. Quedó también prohibido el tránsito aéreo hasta 2006. De acuerdo con el Tratado de Utrech, Felipe V concedió el territorio del Peñón a la reina Ana I de Gran Bretaña en los siguientes términos (articulo X): «La ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas» en 1713 serán propiedad a perpetuidad de la Corona británica, aunque el propio Tratado considera que el territorio de Gibraltar sigue siendo por su origen jurisdicción española, de modo que la titularidad británica tiene un límite, a saber: el control sobre la Roca deberá retornar a España si Reino Unido renunciase o enajenase de alguna manera la propiedad que le fue reconocida en el Tratado de Utrech. Siempre he pensado que Gibraltar -nuestro monte Calpe- es un territorio que añade un valor exótico a la vecina Costa del Sol y a la costa de Cádiz, digno de visitarse por su original combinación de añeja pompa y esplendor británicos: su cambio de guardia, sus casacas rojas, su parafernalia memorialistica, su respetuoso pluralismo religioso donde se codean anglicanos, católico-romanos, judíos, musulmanes e hindúes, sus 'bobbies', sus símbolos y rituales cívicopolíticos, sus 'pubs' y sus pintas de cerveza... Y, por otro lado, por su luz gaditana que todo lo colorea, su bilingüismo, sus atardeceres en Punta Europa a la vista de dos mares, Mediterráneo y Océano Atlántico, ante las columnas de Hércules, el perl de África que se divisa a simple vista, su puerto deportivo, sus casinos, su cóctel gastronómico, el acento peculiar del inglés de la Roca y la variada geografía humana que la habita y la visita.





El Tratado de Utrech establece que cualquier «enajenación» o «transmisión» por parte de la Corona británica de la propiedad de la Roca -incluida la eventual autodeterminación de Gibraltar- implicaría la automática recuperación por parte del Reino de España de la jurisdicción plena sobre el territorio. Durante el ministerio de Jack Straw (2002) se propuso por parte de Londres una fórmula de soberanía compartida con España, rechazada en referendum por los gibraltareños.

El 10 de septiembre de 1967 se celebró el primer referéndum sobre el destino de la colonia en el que los ciudadanos de Gibraltar se constituyen como sujeto con voluntad política propia. Se les preguntó si deseaban pasar a soberanía española o permanecer bajo la administración colonial británica con instituciones coloniales propias. Esa fecha se convirtió en el Día Nacional de Gibraltar y dio lugar a una nueva narrativa política que pretende dejar atrás el marco británico- español y abrir paso a la reivindicación de un nuevo sujeto político y nueva identidad nacional, gibraltareña, que no sería ya ni británica ni española, sino propia. Despues de más de 300 años de existencia, Gibraltar es una realidad histórica, económica y sociopolítica, con una cultura mestiza propia, con sus tradiciones y su identidad y, sea como sea que se produzca su descolonización, parece lógico pensar que, además de los intereses de Gran Bretaña y de España, de alguna manera habrá de tenerse en cuenta la voluntad de los 'llanitos'.

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