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Diccionario subjetivo: Mamá.

Actualizado: 23 abr 2020


Mamá.


La relación con la madre es de las más importantes que se establecen en la vida, es una relación tan poderosa y decisiva en términos psicológicos que por ese mismo motivo no podía estar exenta de riesgos para la consolidación de una personalidad sana tanto para su "hija" como para su "hijo". Todo poder es siempre ambivalente.


Una prueba antropológica de esa importancia de la Madre es por ejemplo la sacralización de su figura en prácticamente todas las culturas y a lo largo de la historia. Sigmund Freud relaciona ese potente vínculo afectivo con el denominado conflicto edípico, que se refiere a un conjunto de emociones y sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores. Por otro lado otras escuelas psicológicas menos especulativas, por su parte, señalan la existencia del síndrome de la madre tóxica que inconscientemente puede, crear dificultades de independencia emocional y autonomía en sus hijos e hijas. ​


 



Me acaba de llamar Blanca para decírmelo: — Mamá ha muerto.

Han sido solo tres palabras que han sonado en mis oídos como una sentencia absolutoria. Me he quedado durante unos instantes inmóvil, estupefacto, inerte como el reo que después de un largo –larguísimo- periodo de prisión provisional escucha inesperadamente el veredicto con el que había soñado pero que no se había atrevido a esperar: ¡No culpable!

Después de unos segundos de estupor mi conciencia ha entendido el alcance de ese hecho. He sentido un gozoso, ancho y profundo alivio, una gigantesca oleada de alegría. En unos instantes han pasado por mi memoria multitud de escenas vividas y casi olvidadas, escenas de mi infancia, de mi adolescencia, de mi madurez, escenas en las que Mamá ejercía de mater dolorosa y de mater dominatrix, escena en las que me amaba y al mismo tiempo me asustaba, me humillaba con su amor maníaco.




Era una artista de la demolición y todo a su alrededor se convertía en ruinas. Consiguió que el pobre papá se suicidara, ha logrado que Blanca se haya convertido en una mujer capitidisminuida y que yo fuera una especie de satélite del astro abrasador de su amor. Un satélite que giraba en torno a la órbita de su útero materno del que no me podía alejar sin convertirme en un planeta helado y al que no me podía acercar sin quedar calcinado por el fuego incandescente de su mente y su corazón enfermizos. Ejercía una influencia maligna sobre aquél o aquella que se le aproximara. Aplastaba sin piedad el menor gesto de independencia que cualquiera de sus amores se atreviera a ensayar. Lo hacía con estilo, de una manera artística, sin perder la compostura, dulcemente, aplicándose a someternos con un cariño exigente, pegajoso, del que era imposible escapar.

Toda mi vida ha estado sujeta a la tiranía de su amor odioso. Valga el oxímoron.

Un rayo fulminante ha roto su corazón mientras dormía. Descanse en paz. R.I.P. Brille para ella la luz eterna. Y para nosotros sea bienhallado el descanso emocional. Blanca tuvo que llamar a un cerrajero para entrar en su habitación, en la que como todas las noches Mamá se encerraba bajo siete llaves.

Blanca sospechó que algo raro había sucedido cuando al despertarse no se la encontró en la cocina con el desayuno preparado, esperándola para darle los buenos días. Acudió a su cuarto y llamó repetidas veces. Recibió el silencio como respuesta, un silencio que anunciaba algo grave. No tenía fuerza –mi pobre hermanita- para echar abajo la puerta y tampoco se atrevió a molestar a los vecinos. Nuestras relaciones con el vecindario no eran buenas, nunca lo fueron. Mamá siempre fue distante y circunspecta, era muy celosa de su privacidad familiar: la familia es lo único importante –decía.

Desde niño el chauvinismo familiar me ha parecido enfermizo, fuente de toda clase de patologías psíquicas.

Blanca tuvo que llamar al cerrajero con el que Mamá sí que tenía una buena relación. Cuando consiguieron reventar la puerta se encontraron todo en orden, dispuesto como era habitual. Mamá estaba en su cama, envuelta en sus sábanas como en un sudario. Desnuda.



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