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De Anderson al Llamamiento de Estrasburgo: el Manifiesto de CLIPSAS en Atenas 2000





El principio de mediación forma parte de la masonería desde las mismas Constituciones de Anderson cuando en la sociedad fragmentada y traumatizada por los conflictos religiosos y políticos de la época propone la idea de la Logia como Centro de la Unión entre personas que de no ser por la masonería nunca se hubieran conocido, reconociéndose colectivamente en aquella religión de la buena voluntad y las buenas obras en la que todos los hombres están de acuerdo dejando para cada uno sus opiniones particulares. En ese momento Anderson está estableciendo un principio de mediación que puede enunciarse como principio general, según el cual:


Cuando se produce una situación de desencuentro o de comunicación antagonista el principio masónico propone «ir más allá» de los términos en los que se produce ese desencuentro o ese antagonismo y construir un nuevo marco de referencia que supere el marco del conflicto y en el que las partes puedan reconocerse.


O dicho de otro modo:

Dada una situación en términos de comunicación antagónica o de desencuentro sólo cabe reconstruir la comunicación y hacer posible un reencuentro sin excluir a ninguna de las partes si es posible crear un metalenguaje que se coloque más allá de los términos dados.


Cuando los mundos simbólicos y de sentido en presencia colisionan es preciso realizar una metáfora común que permita compartir un nuevo lenguaje, en el cual y sin perjuicio de que cada uno pueda mantener fidelidad a su viejo lenguaje se dé sin embargo la posibilidad de una acción comunicativa. Según la fórmula de Anderson esa experiencia de comunicación si se vive genuinamente tiene por sí misma capacidad para transformar a todos los que participan en la comunicación.





Lo que realizaron las Constituciones de Anderson en 1723 en el ámbito de la sociedad británica del siglo XVIII lo proyectó el Llamamiento de Estrasburgo en 1962 en el ámbito de una masonería dividida y mutuamente anatematizada, a instancia de un importante número de Grandes Logias masónicas (Asociaciones Nacionales) proponiendo una inclusiva definición de «La Logia Justa y Perfecta»:

Para dar continuidad al acuerdo de Estrasburgo las Potencias signatarias proponen la siguiente definición que en su espíritu, no es ni limitativa ni exhaustiva:

1. Está formada por al menos siete maestros masones.


2. 3 la dirigen, 5 la iluminan y 7 la hacen justa y perfecta.

3. La Logia trabaja según un ritual utilizando los símbolos de la construcción.

4. Sus Tenidas se realizan en un lugar cerrado y cubierto donde se encuentran las columnas J y B , las tres grandes luces entre las que deben estar la escuadra y el compás, los útiles del grado y el pavimento mosaico.

Esta nota forma parte del mismo texto de la Logia Justa y Perfecta: De acuerdo con el Llamamiento de Estrasburgo (párrafo 3) el hecho de colocar los trabajos bajo la invocación del Gran Arquitecto del Universo y de exigir que una de las tres grandes luces sea el libro sagrado de un religión revelada debe ser dejado a la apreciación de cada Logia y de cada Obediencia.

5. La Logia practica los grados de Aprendiz, de Compañero y de Maestro.

6. La Iniciación al grado de Aprendiz, que se efectúa bajo el signo del triángulo, comprende la Cámara de Reflexión, las pruebas y el paso de la oscuridad a la luz. La promoción al grado de Compañero tendrá lugar a la luz de la Estrella Flamígera. La elevación a la Maestría com- porta la comunicación de la leyenda de Hiram. A cada grado corresponde una promesa solemne.

7. Es masón, el varón o la mujer que han sido iniciados en una Logia Justa y Perfecta.[1] Los talleres masónicos, las logias —espacios de intimidad convocada— son en definitiva foros de debate, oral y presencial, de carácter ético-filosófico, que ponen a prueba el grado de validez de las ideas de cada uno, nuestra capacidad para defenderlas, mejorarlas y ejercer la tolerancia como cualidad indispensable para la convivencia. La masonería no es una doctrina, ni una religión [2], ni siquiera una escuela, es en su esencia un método —camino— en cuanto que a través del Ritual masónico (filosofía + liturgia) se nos proponen unas meras indicaciones incompletas, unos símbolos abiertos a una hermenéutica personal, a la postre una invitación a la toma de posesión de nosotros mismos.




Se pueden aplicar con toda justicia a la masonería las palabras que Ortega y Gasset dedica referidas a la filosofía: [la filosofía es] «antes que un sistema de doctrinas cristalizadas, una disciplina de liberación íntima que enseña a sacar triunfante el pensar propio y vivo de todas las ligaduras dogmáticas».

El filosofar masónico se ha modelado a través de una decantación histórica como un modo mayéutico, hermenéutico, ritualizado, poético, ese estilo de filosofar es lo que convierte a la Masonería en una tradición iniciática. Las características de eso modo son, funda- mentalmente, unos ritos, unas disciplinas de conducta y, sobre todo, un lenguaje propio y específico para pensar adecuadamente acerca de nuestra esencia y de nuestro ser, que recoge la experiencia acumulada a lo largo de la historia en la tarea específica de devenir ser-humano.








El encuentro de CLIPSAS en Atenas en el filo del cambio de siglo, en el año 2000, en esa ciudad cargada de simbolismo por tantos motivos, fue un momento de reafirmación del principio mediador de la masonería aplicado al pluralismo masónico precisamente en el ámbito de CLIPSAS.





En ese manifiesto de ATENAS señalamos el gran valor que aporta un espacio de encuentro como CLIPSAS, que nos permite reconocernos como masones a pesar de las diferencias filosóficas y de estilo que se ponen de manifiesto entre las diversas masonerías que en el mundo existen. Sin embargo, más allá de esas diferencias hay una serie de elementos comunes que nos permiten reconocernos que vienen proclamados en el Llamamiento de Estrasburgo.


El preámbulo del Manifiesto dice:


«El Llamamiento de Estrasburgo es tan contrario a cualquier definición dogmática de la masonería, que permite que cada Obediencia en su propio seno, interprete y practique el Arte Real según su propio estilo, ya sea espiritualista, ya racionalista, sin intentar imponer ninguna ortodoxia nueva sobre las ya establecidas. Lo único que el llamamiento de Estrasburgo exige, es el mutuo respeto y la consideración como masones, de todos aquellos que aceptan los términos básicos de dicho llamamiento.




La importancia y la funcionalidad de CLIPSAS como foro de encuentro para la masonería, surge precisamente de que no tiene vocación de monopolio, y no es incompatible con otras asociaciones masónicas internacionales, de tipo regional o de carácter doctrinal mas definido; CLIPSAS pretende en todo caso, mantenerse como un Foro de encuentro y de comunicación lo más «ecuménico» posible en el marco de una masonería mundial que es muy plural según los continentes, las culturas regionales y nacionales, las diferentes tradiciones religiosas y políticas, pero que están todas ellas animadas por un mismo ideal de libertad humana, respeto a la igual dignidad humana, y la promoción de una humanidad cada vez más justa y fraterna» .





Manifiesto de Atenas 2000


Reunidas en Atenas las Obediencias masónicas agrupadas en CLIPSAS, hemos realizado un esfuerzo de análisis y reflexión sobre el valor del Llamamiento de Estrasburgo de 1961, sobre su vigencia presente y futura, y hemos llegado a las siguientes

Conclusiones

1ª La masonería especulativa moderna nació en 1723 en torno a las Constituciones de Anderson, con el propósito de ser un verdadero «Centro de Unión», entre personas que de no ser por la Masonería, nunca se hubieran conocido.

Las Constituciones de Anderson de 1723, invitaron a muchos seres humanos a una nueva forma de sociabilidad, a personas que se hallaban divididas por causa de sus diferentes concepciones religiosas y filosóficas, pero que sin embargo compartían, sin llegar a saberlo, un ideal constructivo de la vida humana, y que a partir de ese ideal, logró desarrollar un método para construir una nueva forma de fraternidad.

2ª.- El Llamamiento de Estrasburgo de 1962 es un documento del mismo rango que las Constituciones de Anderson, y pretende aplicar a la masonería el mismo principio que las Constituciones aplicaron a la sociedad de su época: crear un centro de unión entre Masonerías y entre Masones que de no ser por el Llamamiento, nunca hubieran llegado a conocerse para unir lo que está disperso.

3ª.- El Llamamiento de Estrasburgo se basa en el principio de Absoluta Libertad de Conciencia. Ese principio aplicado a la masonería significa que cada masón, cada logia y cada Obediencia tienen plena libertad para interpretar individual y colectivamente la tradición y el método masónico, ya sea conforme a un principio espiritualista, ya sea conforme a un principio racionalista, ya sea como una sociedad iniciática (.) masculina, femenina o mixta.


La Libertad de conciencia propugnada por el Llamamiento de Estrasburgo, se fundamenta en el respeto a la libertad de cada Obediencia de trabajar el ritual masónico según sus propias luces, a partir de ciertos elementos comunes irrenunciables.


4ª- El Llamamiento de Estrasburgo establece una definición comprensiva de la Logia justa y perfecta, que permite una referencia común para todas aquellas Obediencias signatarias, y que garantiza la identidad de lo que de común tienen las diferentes tradiciones que confluyen en la masonería especulativa.


5ª.- El Llamamiento de Estrasburgo, y la Unión de Estrasburgo dieron a luz CLIPSAS, como una estructura de enlace cuya única finalidad, es servir de instrumento de información y comunicación entre las Obediencias masónicas.

Las nuevas tecnologías de la comunicación auguran una eficacia para CLIPSAS mucho mayor que la que ha tenido en el pasado.


6ª.- EL CLIPSAS es compatible y complementario con el establecimiento de toda clase de relaciones bilaterales entre las Obediencias, así como lo es también con otros foros masónicos con los que está dispuesto a colaborar.


7ª.- En el umbral del nuevo siglo XXI nos reconocemos en el valor de CLIPSAS como instrumento al servicio de la Masonería y del Llamamiento de Estrasburgo, como renovación de la tradición moral y espiritual que animó las Constituciones de Anderson.Y esto lo firmamos en Atenas, la ciudad de Sócrates y Pericles, finalizando el siglo XX, en el umbral del siglo XXI.”


Año 2000



 

[1] Vid. Javier Otaola, La metáfora masónica. Razón y sentido, p. 159.

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