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Retrato de un bufón, por Darren Lorente-Bull

RETRATO DE UN BUFÓN Por Darren Lorente-Bull - 30 junio, 20221 [Publicado en plazabierta.com ]



Con la venia del autor me permito replicar en estas páginas el magnífico y demoledor artículo que publicó Darren Lorente-Bull hace unos días, a propósito de la indispensable dimisión de Boris Johnson.

¿Cómo empezar a hablar del declive político, cultural y económico por el que está pasando Reino Unido? Este es un país que, a pesar de sus muchos errores y tropelías coloniales, inventó la monarquia parlamentaria, que propulsó la revolución industrial y que siempre ha sido un ejemplo de moderación y equilibrio. Pero al final pudieron más la arrogancia y el nacionalismo pequeño- inglés más rancio y más conservador. Y ahora un trilero burlón cuya única preocupación es su auto- preservación se halla a cargo de un gobierno compuesto de medianías y lamebotas.

Todo empezó con el Brexit, o quizás el Brexit fue la consecuencia de un jingoismo incurable y de una añoranza por un pasado glorioso que nunca existió. También fue la consecuencia, no podemos olvidarnos, de la xenofobia y en muchos casos, del racismo. Boris Johnson vio en el Brexit una oportunidad magistral para explotar los denominadores morales más bajos del electorado y hacerse con el poder. Theresa May, que como tantos otros conservadores moderados e inteligentes era realmente una «remainer» y se vio incapaz de seguir con el desastre que era y es el Brexit, fue desbancada por Johnson que se impuso como el defensor de la soberanía nacional frente al “fascismo “de la Unión Europea. Y esto a pesar de que antes del referendum del 2016 , Johnson no tenía clara su posición y escribió dos artículos diferentes para el Sunday Times, uno a favor de permanecer en la Unión Europea y otro en contra. Típico de Johnson cuya única ideología es la auto-preservación y la búsqueda de un legado político histórico donde se le compare con Winston Churchill. Pero mucho me temo que este bufón no le llega ni a la suela de los zapatos a Churchill, quien, por lo menos poseía una ideología clara, además de fibra moral y era Europeista.

Alexander Boris de Pfeffel Johnson nació en 1964 en Manhattan, Nueva York, en el seno de una familia de artistas y liberales de clase alta. Estudió en las mejores instituciones educativas de Inglaterra: Eton College y después Oxford, donde se licenció en filología Clásica. Su carrera profesional empezó en la prensa siendo leído principalmente por la llamada «middle England», el estrato de la población más dado a las afectaciones populistas. A través de su columna insultó a gente negra, mujeres, homosexuales y musulmanes. Su ex- jefe, el editor Max Hastings lo describe como alguien «totalmente incapaz de ser Primer Ministro» y explica que: «La mayoría de los políticos son ambiciosos y despiadados, pero Boris es un ególatra de medalla de oro. No le confiaría ni a mi esposa ni, por dolorosa experiencia, mi billetera. No es necesario adoptar ningún punto de vista moral sobre sus infidelidades casi enloquecidas, pero es difícil creer que un hombre tan notoriamente incapaz de controlar su propia líbido sea apto para controlar el país.»

Para que el lector tenga una idea clara de la clase de personaje del que estamos hablando creo que es importante señalar que Johnson abandonó a su mujer Marina Wheeler cuando estaba enferma de cáncer para liarse con su secretaria y hoy nueva esposa Carrie Johnson. Cuando Johnson fue elegido alcalde de Londres compró un cañón de agua antidisturbios por 322.000 libras. Una vez más su falta de atención al detalle acabó con un despilfarro de dinero público porque estos cañones de agua no estaban permitidos por la ley. Como Secretario de Asuntos Exteriores, Johnson declaró públicamente que Nazanin Zaghari Ratcliffe, una ciudadana británica de origen iraní encarcelada en su país , ejercía como profesora de periodismo, lo cual no era cierto e hizo que los iranies que la tenían encarcelada acusada falsamente de espionaje, pudieran afianzarse en su acusación. Otra de sus famosas proezas fue cuando mintió en la campaña del Brexit asegurando que si Reino Unido salía de la Unión Europea ahorraría 350 millones de libras al mes que podrían ser invertidas en el NHS. En Diciembre del año pasado las exportaciones habían bajado un 14.9 % equivalente a 12 billones de libras. Por supuesto, el servicio nacional de salud público sigue de rodillas y como tantos otros sectores públicos sufre recorte tras recorte.

A nivel internacional Johnson se ha esforzado en hacerse querer, llamando a los franceses «pandilla de mierdas», a la Unión Europea Hitleriana, bromeando sobre el tamaño de los genitales de los hombres italianos o abogando por el retorno del colonialismo Europeo en África. Otro maravilloso momento fue cuando mintió a la reina sobre la extensión del Parlamento con el objetivo de impedir resistencia al Brexit sin tratado que en esos momentos los Brexiteers más fanáticos perseguían para así “ salvar la soberanía nacional”.


Durante la pandemia Johnson parecía decidido a seguir los pasos de su tío Americano, el agente naranja, (Trump) y pretender que no pasaba nada. Hasta que se infectó y acabó en cuidados intensivos. Después están todas sus mentiras, tantas que enumerarlas me llevaría un libro de dimensiones Cervantinas. Su plan de enviar a emigrantes y refugiados a Ruanda ha fracasado estrepitosamente y en el transcurso de dicho fracaso, arrastrando todavía más la reputación de Reino Unido por el fango.

Johnson es un conservador peculiar que parece mofarse de los supuestos valores tradicionales de los conservadores como son la familia y la monarquía. Tiene tantos hijos resultantes de varios adulterios que suele ser objeto de burla.

Pero esto son todo minucias cuando lo comparamos con los frutos de su carrera política. Las mentiras sobre el Brexit, la mala gestión de la pandemia y de la economía nos están llevando a un precipicio.

La falta de dirección de su gobierno unida a su corrupción moral y a su total y absoluta falta de ética han convertido al Reino Unido en un hazmerreir global. Una pequeña Isla con sueños de grandeza pertenecientes a un pasado imperial totalmente fuera de lugar. Reino Unido es ahora Reino Desunido con Escocia ansiando la independencia y con la posibilidad de una Irlanda unificada. La pequeña Inglaterra será el final de Gran Bretaña a menos que Johnson pierda las próximas elecciones y consigamos restablecer un mínimo de integridad y de dignidad en Downing Street. Darren Lorente-Bull



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