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Monica Vitti, amore mío, por Javier Otaola






Todos tenemos un pequeño o no tan pequeño panteón, habitado por algunas personas o personajes, famosos o no, pero muchas veces vinculados al arte, la literatura, la ciencia o simplemente la vida que por una razón o por otra nos provocan una “admiración extrema”, esos seres que sólo por haber sido sentimos que nos hacen la vida más hermosa, más interesante.


Uno de esos seres es, para mi, Mónica Vitti, que acaba de pasar al Oriente Eterno, una mujer extraordinaria y una actriz que simboliza en muchos aspectos lo que significaron la década de los 60 y los 70 para muchos de nosotros que aprendimos tantas cosas asistiendo al Cine y a los Cineclubs en aquella época.


Su nombre antes de volar al Olimpo era Maria Luisa Ceciarelli y nació en Roma el 3 de noviembre de 1931. Tiempos turbulentos


A través de sus libros autobiográficos descubrimos que Mónica Vitti siempre se sintió alguien "aparte" en su familia: demasiado rubia para una latina, demasiado delgada, demasiado alta, de ojos grandes…, demasiado inconformista, caprichosa y en ocasiones invadida por impulsos suicidas.


Empezó los estudios de secretariado para no disgustar a su familia, antes de atreverse a plantarles cara, y cuando tuvo fuerzas lo hizo negándose a continuar con el tipo de vida que su familia había escogido para ella. Se matriculó en el conservatorio de arte dramático de Roma. Tomando como nombre de artista el comienzo del apellido de su madre, Vittiglia.


Michelangelo Antonioni la descubrió. Su voz ronca y ronca le hizo quedar fascinado por ella —es comprensible — “ Podría hacer películas”, le dice. “¿Quieres filmarme solo por detrás? Le respondió. No, la filmará de frente, mostrando bien sus ojos que para Antonioni es lo más extraño en ella y el director se ve iluminado por una nueva musa.




Con él representó a muchas mujeres: Claudia, la amante atormentada de L'Avventura, Valentina, la tentadora de un hombre casado en La Notte (1961, ), Vittoria, la vagabunda enamorada en L'Eclipse ( 1962), Giuliana, la neurótica esposa de un industrial en Desierto Rojo (1964).


Su físico se aparta de los criterios de moda, lo que a mis ojos la hace aún más atractiva; una melena espesa, un aire de despreocupación, una rubia pajiza con ojos melancólicos y una tendencia a escapar de los abrazos.


Liberada de Antonioni, años después, volvió al cine de acuerdo con su verdadera naturaleza, destacándose en comedias (Las muñecas en 1964, Las ogresas en 1966), Monicelli (La chica de la pistola, 1968), Ettore Scola (Drama de los celos, 1970), Marcello Fondato (Nini Tirebouchon, 1970), o incluso Dino Risi (Yo, la mujer, donde interpreta doce papeles, 1971)


Trabajó también con Alberto Sordi (Stardust, 1973), con Luis Buñuel (El fantasma de la libertad, 1974).


En 1990 dirige ella misma Secret Scandal, con Elliott Gould (seleccionada en Cannes, sección "Un cierta consideración"), donde una mujer a la que le regalaron una cámara de vídeo la utiliza para llevar un diario... su última aparición en pantalla.


En 1995 se le otorgó un León de Oro por toda su carrera.




Durante la Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica di Venezia, es decir, del Festival de Cine de Venecia. A primeros de Septiembre, de 1985 estaba mi amigo Valentín Diaz tomando café con Pilar Olascoaga, durante muchos años Secretaria General del Festival de Cine de San Sebastián, en el gran hall del Hotel Excelsior de Venecia. Serían las cuatro de la tarde cuando Valentin vio acercarse a una atractiva mujer, rubia, que lentamente se acercaba. Le pareció un rostro conocido.



.Cada vez más cerca, y cada vez más parecida a Mónica Vitti, en efecto esa mujer se dirigió sin dudar hacia el círculo en el que se encontraba el Delegado de Unitalia a quien la actriz conocía y este le mencionó que un periodista español allí presente era uno de sus admiradores y fue la propia Mónica la que se acercó a Valentín expresamente para saludarle.


En ese momento, y una vez hechas las presentaciones de rigor, Valentín tuvo un relámpago de lucidez y la hermosa osadía de invitar a cenar a Mónica Vitti aquella noche.


Ella hizo un maravilloso gesto de sincera contrariedad, diciendo “Lo siento mucho, pero tengo ya un compromiso para cenar, pero le prometo que cuando vaya a San Sebastián cenaremos juntos el día que llegue”.


Nunca volvió a San Sebastián, pero no importa. Ese gesto de gran clase, disculpándose por no poder aceptar aquella invitación, vale por todo.


¿No es maravilloso?


Mónica Vitti, descansa en paz.




Monica Vitti en algunas fechas

3 de noviembre de 1931 Nace en Roma


1958 "La aventura"


1961 "La nota"


1963 "Castillo en Suecia"


1968 "La chica de la pistola"


1974 "El fantasma de la libertad"


1990 Produce “Escándalo secreto”


2022 Murió a la edad de 90 años


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