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Francia-España & Inglaterra, por Javier Otaola










¡Qué países tan extraordinarios y sin embargo tan antagónicos! Inglaterra, monárquica, aristocrática, liberal, protestante, insular, marítima, asimétrica, romántica, teatral, flemática,

creadora del ¨sportman¨, empírica, experta en caballos, tabacos y whiskies, genio del ¨humour¨... Francia, republicana, continental, católica, racionalista, sanguínea, romancière, cultivadora del sprit, jacobina, simétrica, lujuriosa, bon vivant, clasicista, creadora del ¨gourmet¨, experta en vinos y perfumes...


Para nosotros en los años 60 Francia representaba un faro de luz. El Reino Unido nos pillaba en aquél entonces más a desmano y tuvimos luego que aprender inglés esforzadamente y por nuestra cuenta, para descubrir ya más adultos los encantos de la Rubia Albión. Durante generaciones todo lo europeo, lo bueno y lo malo venía de Francia : el influjo de los Carolingios y la Marca Hispánica, las Órdenes Monásticas de Cluny y del Císter, el Camino Francés de Santiago, los Borbones, la Ilustración y también los discursos antiilustrados de los dos grandes reaccionarios, Joseph de Maistre y De Bonald, el constitucionalismo que inspiró nuestra Constitución de Cádiz de 1812, los afrancesados y la invasión de Napoleón y su Grande Armée, los Cien Mil Hijos de San Luis que nos volvieron a invadir para abolir ´manu militari´ nuestra Constitución de Cádiz a petición del Rey felón Fernando VII, el republicanismo, y el cine, también el Tradicionalismo católico y la devoción a la Virgen de Lourdes... Significativos escritores franceses nos visitaron, escribieron y colaboraron con sus obras a difundir una imagen pintoresca de nuestra nación: Alexandre Laborde y su Voyage pittoresque (1806), el Voyage en Espagne de Teófilo Gautier y el relato De Paris & Cadix de Alejandro Dumas padre...






La firma del Tratado de Barcelona entre la República Francesa y el Reino de España eleva las tradicionales relaciones de amistad y colaboración al máximo nivel entre nuestras dos naciones, hasta el punto de equiparar el rango que Francia otorga a nuestras relaciones bilaterales con el eje París-Berlin que es el origen mismo de la Unión Europea. Ese rango acredita también la importancia de las inversiones empresariales francesas en España: Renault, Orange, Michelin, Peugeot, Citroen, Decathlon, Leroy Merlin, Auchan...

Las palabras introductorias del Tratado de Barcelona son incluso emotivas para lo que se estila en los Tratados Internacionales: «Deseando enraizarse en la profundidad histórica de su relación bilateral, forjada desde hace siglos por su relación de vecindad, sus relación de vecindad, sus destinos cruzados y su gran proximidad cultural. Recordando la densidad y la profundidad de los vínculos humanos que los unen, y que perduran en la memoria personal de los descendientes de españoles, entre ellos los refugiados y combatientes de la libertad durante el exilio republicano, que han hecho de Francia su hogar». El Tratado celebra expresamente el importante Convenio de Nacionalidad entre el Reino de España y la República Francesa suscrito en el 15 de marzo de 2022, y como no podía ser de otra manera se compromete a reforzar «su excepcional relación de amistad y cooperación y a darle un nuevo impulso, en un momento en que el continente europeo se enfrenta a una conjunción de crisis y amenazas sin igual desde la Segunda Guerra Mundial...» (sic)


Lamento que el Brexit haya truncado la participación de Gran Bretaña en la Unión Europea; habrá que buscar otras formas de colaboración y de amistad con el Reino Unido de Charles III. Los hechos, parece, han terminado dando la razón al fundador de la V República Francesa, el General De Gaulle cuando en 1963 vetó el ingreso del Reino Unido a la Comunidad Europea, el antecedente de la Unión, con argumentos que finalmente se han demostrado certeros, a saber: que el Reino Unido querría "imponer sus propias condiciones" a los seis países que ya conformaban el bloque; luego el carácter "insular" de la nación británica, ubicada al otro lado del canal de la Mancha —decía De Gaulle— había creado una "estructura" político-económica que difería "profundamente" de "la de los europeos continentales"; de modo que el Reino Unido "es marítimo; está vinculado por sus intercambios, sus mercados, sus suministros a los países más diversos y, a menudo, a los más distantes. Tiene una actividad esencialmente industrial y comercial, y muy poco agrícola. Todos sus hábitos de trabajo y tradiciones son muy marcados, muy originales "... con ´originales´ creo que De Gaulle quería decir excéntricos.


Javier Otaola. Abogado y escritor





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